Capítulo 5

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Llego a la pastelería de mamá y corro detrás del mostrador. Sé que es tarde, me he demorado mucho y he perdido tiempo por causa de Max. Sus palabras me atontaron y ahora ni siquiera puedo oír a mi propio cerebro.

—¡Al fin estás aquí!—grita Simon pareciendo aliviado—. Mamá te matará —asegura. Pongo los ojos en blanco y voy a la parte trasera a cambiarme. Me quito mi camiseta y me coloco la que tiene el logo de la pastelería, tomo el delantal rosa pastel, me lo paso por el cuello y me lo ato por detrás. Esto será un caos.

—Hoy nos toca cafetería —dice él con frustración—, pero lo bueno son las propinas —asegura.

Mamá tiene tres pastelerías en la ciudad. La que se encuentra aquí, en el centro, es la principal y ahí tiene la fábrica de pasteles, más la confitería y cafetería. Es todo en un solo lugar dividido por dos espacios semi cerrados. A veces trabajo embalando productos de la confitería y a veces debo de atender las mesas de la sección de cafetería. Lo bueno es que mamá siempre me coloca a Simon de compañero y eso lo hace todo más divertido.

—Date prisa —me dice palmeando mi hombro —. Tienes que atender la mesa seis. La del fondo.

Pongo los ojos en blanco y luego camino en dirección hacia donde Simon me ha dicho. Hay dos personas allí, un hombre y una mujer que hablan animadamente. Interrumpo su conversación, me presento, les enseño el menú y después anoto todas las cosas dulces que me han pedido de la sección de confitera.

En este lugar puedes escoger entre confitería, pastelería, es decir que puedes pedir rebanadas del tipo de pastel que quieras, y también repostería, todo tipo de postres. Mamá hace todo lo que se vende aquí. Bueno, ella y su inmenso equipo.

Entrego la orden y me dispongo a limpiar las mesas vacías. Son más de veinte mesas y hay solo tres chicos a cargo. Es media mañana y es la hora del desayuno, pero por ser sábado todo esto está bastante calmo.

—¿Estás bien?—pregunta Simon ayudándome. Yo recojo las cosas sucias y él limpia la mesa.

—Fue a buscarme al finalizar la clase de ballet —confieso en un murmuro sin despegar mi mirada de los platos y tazas que estoy recogiendo.

—Lo sé. Me llamó para preguntarme dónde estabas.

—¿En serio?

Lo cierto es que no había pensado en eso.

—No creí que iría detrás de ti, por eso no te dije nada.

—Apareció al finalizar la clase, creyendo que... No lo sé.

—¿Y... Qué te dijo?

Suelto una risita sínica y niego con la cabeza. Sé lo que quiere y no se lo daré. No soy estúpida, no caeré en su juego.

—Lo único que quiere es acostarse conmigo—confieso—. Me acorraló en el baño y me dijo... Muchas cosas.

Simon sigue limpiando las mesas sin saber que decir. Sé que trata de ayudar, pero no funcionará.

—¿Tú quieres acostarte con él?

—¿Por qué preguntas eso? —indago frunciendo el ceño.

—No lo sé. Supongo que algún día tendrá que suceder...

—No será con él —aseguro—. De hecho, creo que me está utilizando para alguna cosa, pero no estoy segura.

—Sabe tu secreto —me dice como si yo no lo supiera.

 KYA - Deborah Hirt ©Where stories live. Discover now