Capítulo 16

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—¿Vas a decir algo? —pregunta luego de un largo silencio. Observo mi plato con la porción de pizza y suelto un suspiro. No puedo verlo porque no tengo palabras para responder. No me esperaba esto, claro está. No sé cómo me siento exactamente, es confuso y me hace sentir aún más extraña. Todo marchaba a la perfección y de un segundo al otro se tornó extraño y distante—. ¿Estás molesta?

—No lo sé —respondo mirándolo fijamente. Tengo el ceño fruncido y la cabeza en cualquier parte. Jamás había imaginado esto—. Creo que aún estoy sorprendida, es decir... Creo que es algo que debías decirme al principio, yo...

—Lo sé. Lo entiendo.

Eleva su mano, llama al camarero y le hace la seña universal para que nos traiga la cuenta. Segundos después él desliza su tarjeta de crédito por el aparato y se pone de pie. No puedo hablar. Tengo la palabra "Hija" dando vueltas en mi mente sin cesar, nublando cada uno de mis pensamientos. Me pongo de pie, tomo mi bolso y lo sigo a toda prisa hasta la salida del lugar. Él camina delante de mí, lo sigo a paso apresurado y miro el suelo cuando me abre la puerta del coche. Soy una estúpida, necesito tomar una decisión como adulta y no puedo hacerlo porque claramente no soy una adulta, soy solo una niña que tiene un bonito vestido y plataformas en los pies. No estoy lista para esto, mi primer novio tiene que ser solo mío y... ¿Una hija? ¿Qué es lo que implica ese concepto? ¿Tendré que convertirme en una especie de madrastra? No puedo con esto... Solo tengo diecinueve, bueno, casi, solo soy una niña, no pudo cuidarme a mí misma, ¿Cómo se supone que trate de cuidar a una niña aún más niña que yo?

Papá tenía razón.

Él es un hombre mayor, no tanto, pero tiene toda una vida hecha, tiene una hija, que es su prioridad, vive por ella y para ella y en esa vida no hay suficiente espacio para mí. ¿Y si la niña no me quiere? ¿Seré su mamá? No puedo ser como su mamá, ¿Cómo puedo preguntarme todas estas estupideces cuando no siquiera puedo mover mi boca para decirle algo?

Cuando lo noto, Mike está conduciendo a toda prisa en dirección a la empresa, toma el volante con fuerza y observa el camino fijamente. Tengo deseos de llorar de frustración. Esto no estaba en mis planes, sabía que no sería perfecto, pero es más complicado de lo que imaginé. Tiene una hija... ¿Por qué eso me preocupa tanto? Debe de ser una niña completamente adorable, pero ¿Qué dirán mis padres? ¿Qué diré yo si acepto esto? ¿Y si no funciona?

Estoy cargada de dudas que no me dejan pensar con claridad. Quiero darme un baño para relajarme y tratar de imaginar cómo sería todo esto.

—Quiero a alguien que me acepte como soy —dice, interrumpiendo el silencio—. Soy lo que soy y mi hija viene conmigo en todas las circunstancias.

—Lo sé —digo con la voz débil—. No me molesta tu hija, es solo que no me esperaba algo así —aseguro.

—No quiero una madre para mi hija, si eso es lo que te preocupa, quiero alguien con quien estar, quiero... Te seré sincero, quiero enamorarme de verdad y estar con esa persona, sin tener que estar repitiéndole una y otra vez que no quiero que sea madre de Diana.

Lo miro fijamente y balbuceo. No tengo palabras para responder. Quiero decirle miles de cosas, pero no tengo nada en la cabeza.

—¿Quieres contarme que sucedió? —susurro mirado por la ventanilla. Estamos frente a un parque, a unos pocos minutos de la empresa. El detiene el coche, se baja y me abre la puerta. Me sonríe, pero no es la misma sonrisa que vi hoy cuando me miró por primera vez, quiero ver eso de nuevo y tengo miedo de haberlo arruinado. Son miles de cosas que pensar y siento que no tengo nada de tiempo para hacerlo.

 KYA - Deborah Hirt ©Where stories live. Discover now