Capítulo 50

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Max detiene el coche muy cerca del Puente de la Torre, y yo me pongo nerviosa. Tengo que decirle lo que pienso, tengo que irme tranquila a Australia, y él tiene que entenderlo.

— ¿Caminamos un poco?

—Sí. Necesito un poco de aire —respondo con la voz entrecortada.

Él me ayuda a bajar del coche y después toma mi cintura hasta llegar al inmenso puente. Hace un poco de frío, hay algo de viento aquí y puedo oír el sonido del agua del Támesis.

—Siempre me gustó este lugar —comento por lo bajo mientras que me abrazo a mí misma. Tengo la piel erizada, pero él todavía no lo notó.

—Jamás estuve aquí, así. Y menos en la noche.

—Vine algunas veces con Theo —le digo solo para ver cómo me responde, pero no me dice nada, aunque esa mala cara me hace sonreír sin que él lo vea.

—¿Te gustó la pizza?

—Sí, y la cerveza también.

Max me mira, nota mis brazos erizados y se quita su saco. Verlo con esa camisa blanca es muy tentador, quiero hacerle miles de cosas, pero tengo que parar, tengo que pensar, no importa cuántas ganas tenga de volver a sentirlo dentro de mí.

—¿Mejor?

—Sí, gracias.

—¿Qué más quieres hacer? Son las once...

—Mañana tengo ensayo, muy temprano, creo que es mejor que me lleves a casa.

—Bien.

Me muevo hacia el otro lado para regresar al coche, pero él me toma de la mano y hace que me detenga. Tengo que decirle lo que decidí, pero sé que no se lo va a tomar nada bien.

—Te ves hermosa... —susurra sobre mis labios y me mira con esos ojos... Siempre pensé que si algún día tenemos hijos, tendrán los ojos más hermosos del mundo. Los dos tenemos ojos azules, pero los de él cuando se ven grises, son únicos.

—Kya... no voy a mentirte, me muero por quitarte ese vestido y hacerte de todo aquí y ahora.

No puedo enfadarme por eso, los dos queremos lo mismo, justo ahora. Sólo quiero ir y acostarme con él para sacarme todas estas ganas, pero sé que si lo hago, me voy a destrozar mucho más cuando este en Sídney y lo extrañe.

—Max, tengo que decirte algo que estuve pensando...

—Dime que te vas a quedar —dice rápidamente.

Niego un par de veces y me acerco al borde de cemento para observar el rio. Las luces de la ciudad se reflejan sobre el agua y todo se ve romántico, es perfecto para que yo arruine todo esto con lo que le voy a decir.

—No sé qué es lo que sucederá en Sídney, pero... Voy a disfrutar de todos los momentos que tenga, Max.

Él frunce el ceño y yo dejo de mirarlo porque no quiero ver su cara cuando acabe la frase.

—Sin rodeos, Kya.

—Ahora soy yo la que no quiere esto, ¿de acuerdo? Tú aún no me convences del todo y... Sólo quiero que sepas que haré lo que tenga que hacer en Sídney, sin culpas.

—¿De qué mierda estás hablando?

Suelto un suspiro y siento como mi labio empieza a temblar. No pienso llorar por esto, sólo espero que él me entienda.

—Estaré tres meses en Australia, voy a conocer personas nuevas, chicos...

—No, Kya.

—Como tú me dijiste hace un tiempo, Max. No tenemos una relación, voy a hacer lo que quiera en Sídney, y tú no podrás decirme nada.

 KYA - Deborah Hirt ©Where stories live. Discover now