Max. Extra

9K 790 77
                                    

Ella camina por la calle como si nada sucediera. No sé si ha notado mi presencia, pero necesito resolver esto, tengo que hablar con ella y hacerle esa pregunta que me está dejando loco al paso de los días.

Voy detrás de ella, camino rápidamente, pero después me calmo. Hablaré con ella sea como sea. Pero no aquí.

Kya se detiene para cruzar la calle, ese vestido amarillo le queda impresionante, nunca la había visto vestir algo así, pero puedo notar que hay un cambio, un cambio muy grande. Su rostro sigue siendo adorable, pero hay algo de dureza y frialdad. Y esa mirada... esa mirada esconde algo a todo el mundo.

No puedo evitar mirar sus piernas, jamás las había visto así, su cabello tiene un brillo especial y la manera en la camina me enloquece. Me enloquece y enfurece también ver cómo algunos idiotas se voltean más de lo necesario para verla. Ella es hermosa. Y tiene que ser mía.

Kya entra a una cafetería y yo suelto un suspiro en la puerta de entrada. No puedo hacer esto. No quiero cagar todo aún peor, pero si no hablo con ella me moriré.

—A la mierda.

Abro la puerta y me detengo para verla sentada al otro lado del lugar. Está mirando su teléfono y un camarero le sonríe cuando le entrega el menú. Es una de esas estúpidas sonrisas que yo utilizo todo el tiempo para coquetear. Paso las manos por mi pelo, suelto otro suspiro y camino hasta la mesita para dos, tratando de parecer seguro y confiado, pero la verdad es que estoy aterrado por todo lo que ella pueda decirme.

Muevo la silla a un lado y ella pone sus ojos sobre mí de muy mala manera. Sé que eso no es bueno, pero quiero pensar que en verdad está actuando.

—Tenemos que hablar —le digo sentándome nuevamente. Ella me sonríe y deja su celular a un lado. Es la mirada más fría que alguien me ha dado jamás y por un momento pienso rendirme.

—Te escucho.

Eso me sorprende, pero ella espera a que yo diga algo y no sé cómo empezar.

—¿Cómo estás?

Ella se ríe, si, se ríe de mí.

—Estoy muy bien. ¿por qué no lo estaría?

—Deja de actuar así —respondo secamente y con algo de enojo. Esto es una mierda.

—¿Así como?

—A la defensiva. Deja de actuar y por primera vez en toda tu vida escucha lo que quiero decirte, Kya.

—A mí no me vas a decir que hacer, Maxwell. Ya lo intentaste una vez, ¿y cómo te salió eso?

Suelto un suspiro y coloco mi mano en mi cara cuando el camarero regresa para tomar la orden.

—¿Sabe que va a pedir, señorita?

El muy idiota le sigue sonriendo de esa manera y ella le devuelve el gesto, le sonríe como me sonreía a mi muchas veces y ahora me siento muy celoso.

—Sí, quiero una ensalada César y un jugo de naranja natural, por favor.

—Y un sándwich de pollo —agrego yo colocando mi mano encima de la de Ha—. Cambie de opinión y si almorzaré contigo, amor.

El camarero me mira mal y anota lo que le pido, después se va y Kya me mira con odio.

—Lárgate.

—Estas más delgada, ¿estás comiendo bien? —pregunto en un susurro. Ella abre sus ojos sólo un poco, pero noto que la tomé por sorpresa.

—Se llama hacer ejercicio y comer saludable. Creo que sabes de qué hablo.

—Necesito que me escuches... —digo casi perdiendo toda esperanza.

—Se acabó el jueguito Max. Ya no soy esa niña estúpida que estaba loca por ti.

Verla así, tan segura de lo que dice hace que mis esperanzas desaparezcan de nuevo. Ya no es la misma Kya de antes.

—Kya, yo... ¿qué me dirías si te digo que estoy loco por ti?

Al fin noto que logro desestabilizarla un poco. Esos impresionantes ojos me miran con confusión y sorpresa. Pero ahora es la Kya de siempre, la niñita más dulce y sorprendente de todas. Esa niña insegura que teme que un estúpido como yo le haga dueño de nuevo.

—Tú lo único que querías de mi... Ya perdiste lo que querías de mi Max.

Mis ojos se abren de par en par y siento que dejo de respirar. La miro fijamente y al ver su seriedad siento que definitivamente comienzo a morir.

—¿Que...?

—Ya yo no soy una niña, Maxwell.

Con esas palabras ella me lo dice todo, y algo en mi interior hace que me sienta furioso, decepcionado, molesto... Es una mezcla de cosas que no se explicar.

—Lo hiciste...

—Y lo seguiré haciendo. Todas las veces que quiera. Me iré a Barcelona la siguiente semana y haré lo que quiera.

—Kya, yo... ¿cómo pudiste hacerlo Kya? ¿cómo...?

—Tú y yo no somos nada, no tengo que darte explicaciones. Vete. Quiero almorzar en paz.

Suelto un suspiro y la miro por última vez.

Sabía que era una posibilidad, pero nunca creí que de verdad lo haría. Ella era... era una niña inocente, dulce y ahora sólo es... sólo es una más del montón.

—Me has decepcionado, Kya —le digo poniéndome de pie.

—Tú me decepcionaste miles de veces, Max, y sin embargo esas miles de veces yo seguí esperando algo de ti, pero ya es tarde.

Quiero decir algo más, pero ella ha ganado. Ella tiene razón y no puedo hacer más. Ella se siente diferente, pero yo solo quiero volver a ver a esa Kya de antes, esa niña que le brillaban los ojos al verme, que movía su cabello y se sonrojaba, pero ya no hay eso.

—Lo lamento, Kya. Lamento haber sido un idiota.

Llego a la empresa y no dudo ni un solo segundo en subir al piso nueve. Tengo que hacerlo, si tengo que humillarme ante alguien más y decir lo que siento, lo haré. Por primera vez en mi vida necesito hacer las cosas bien.

Golpeo levemente la madera y espero.

—Adelante, guapa. ¡Puedes pasar! —grita el español al otro lado de la puerta y me hace sonreír.

Entro al despacho y me paro delante de él, está más que claro que no sabe que sucede, pero pienso ser directo.

—Señor Milan,¿podemos hablar? A1c

 KYA - Deborah Hirt ©Where stories live. Discover now