Capítulo 1

16.7K 981 98
                                    

Capítulo 1

Diego

El día en el hospital ha sido agotador, solo quiero llegar a casa a darme una ducha y acostarme, sin embargo, siempre hay tiempo para darle las buenas noches a mi hijo, y, ¿por qué no? leer un cuento también; pero por la hora, imagino debe estar dormido, y lo más probable, este destapado y en posición fetal.

Guardo mi auto en la cochera, entrando a la casa sin hacer ruido, subiendo las escaleras con el suficiente cuidado de no despertar a Marcus. Al llegar a su cuarto, sonrío al darme cuenta de que está tal cual lo imaginé, por lo que me acerco a besar su frente, para luego arroparlo.
Apago la luz de la lámpara de hombre araña que está sobre su mesita de noche, y me dirijo a mi habitación. Al asomarme por la puerta, lo primero que veo es a mi esposa Ambra; ella está acostada sobre nuestra cama, pero me decepciona su forma de ser, me gustaría que me saludara, y preguntara como ha estado mi día, pero se queda en una simple ilusión. Como ya es costumbre, soy yo quien da el primer paso acercándome para acostarme a su lado; pongo mi cabeza sobre su vientre, tal cual lo hacía en nuestros primeros años de casados, con la diferencia de que ella no me acaricia, y yo me aburro de esperar un gesto de su parte. Me levanto de su regazo dirigiéndome hacia el baño, ahí me saco la ropa y me meto a la ducha para quitar las miles de tensiones que tengo acumulado en el cuerpo.

A mi esposa, no le gusta mi profesión de médico ginecólogo, lo que me frustra bastante, se pone celosa, provocando numerosas discusiones por las mujeres que veo a diario, pues no entiende que soy profesional, no las veo con deseo, ni morbo, son mis pacientes y nada más. Salgo de la ducha, me enrollo una toalla por la cintura y Ambra sigue recostada mirando hacia la nada, mientras que yo, estoy en mi labor de buscar un pijama para acostarme. Me acerco al armario, pero no alcanzo a llegar cuando siento caer la toalla, al voltearme, veo a mi esposa quien me mira seductora, mis ojos pasan desde sus pies hasta su cabeza, lo patético, es que por más que estoy disgustado, mi cuerpo no deja de reaccionar a sus caricias, cabe decir, que la considero una amante excepcional, siempre dejándome satisfecho sexualmente. Me casé realmente enamorado, es una mujer bella, alta, de curvas generosas y posee unos impresionantes ojos celestes.

Cuando estábamos de novios y me anunció su embarazo, fui el hombre más feliz sobre la tierra, no dudé en contraer matrimonio; aún recuerdo lo nerviosa que se sentía con el embarazo, e incluso lo rechazaba, pero tuve la fe de que esa reacción acabaría al conocer a nuestro hijo, pero para nuestra desgracia, sufrió depresión post parto, y a pesar de los seis años que han pasado, aún tiene una actitud reacia hacia Marcus, quien es mi vida, mi todo; desde ese entonces, mi matrimonio ha ido en picada, los celos con nuestro hijo han hecho que las discusiones entre nosotros sean pan de cada día, solo deseo que tome de una vez por todas su rol como madre, entendiendo de que podemos ser felices los tres.

Ambra se acerca y me besa, no dudo en corresponder, beso su cuello, bajo los tirantes de su camisa, hasta que cae al suelo. Sin despegarme de ella, la dirijo hacia la cama, donde queda recostada, aprovechando la oportunidad de retirar sus bragas, y empezar a besar cada centímetro de su cuerpo. Después de un sexo salvaje, nos quedamos abrazados por largo rato regulando nuestras respiraciones. Ella posa su cabeza sobre mi pecho, haciéndome leves cosquillas con las figuras que realiza con su dedo índice, mientras que yo, acaricio su cabellera.

Mientras descansamos, me pongo a pensar en que sería perfecto que siempre fuera cariñosa, y no solo conmigo, sino que, con Marcus, que es nuestro único hijo, un miembro muy importante para nuestra pequeña familia.

─ Te amo —digo, rompiendo el silencio que volaba por la habitación después del encuentro maravilloso que hemos tenido.

─ ¿Te imaginas siempre fuera así? —sale de sus labios, obviando mi confesión.

MIRAMEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora