Capítulo 3

13.6K 883 105
                                    

Capítulo 3


Antonella

Creo que hay muy pocas personas que puedan decir que les fascina su trabajo, o, que se entretenga en él, que le guste de tal modo, que prefiere no llegar a su hogar. En esa limitada nómina estoy yo, pues ser maestra de una pequeña escuela es lo mejor que pude haber hecho en mi vida. La alegría y agradecimiento de los niños, en sin duda el aliciente para seguir adelante cada día de mi vida. Quizás, algunas personas me encuentren un tanto exagerada, pero si estuvieran en mis zapatos por cinco minutos, entenderían de lo que estoy hablando.
Mi vida no es fácil, no lo fue cuando era una adolescente, y menos ahora, que estoy infelizmente casada.

En la época en que quise entrar a la universidad, mi meta era ser una gran arquitecta, pero ese sueño quedó en eso, un sueño, aunque ahora, que soy maestra, no me arrepiento de no haber estudiado lo que en ese momento creí era mi felicidad. Entrar a estudiar ya fue todo un logro, mi padre, que era un machista, deseaba que estuviera en casa, haciendo las labores del hogar. Sé, que muchas mujeres se dedican a estar en casa, a cuidar de sus familias y eso es maravilloso, pero supongo, es por opción propia, y no, porque se lo hayan impuesto. Recuerdo perfectamente el día en que recibí un rotundo no de parte de mi padre, hasta que una luz divina lo iluminó y me dejó estudiar para ser maestra, lo que acepté a regañadientes, ya que era la única forma de poder estar fuera de casa, y no ser como mi madre, quién falleció años después.

En la universidad conocí a mi única y mejor amiga Cinnia, que más que amiga, es una hermana para mí. Me refugie en ella después de la muerte de mi madre, y de la salida mi hermano mayor de casa, quién no aceptó el carácter autoritario de mi padre. Al principio, lo odie por haber huido, pero con el tiempo, lo entendí y lo respete aún más, por tener el valor de hacer lo que yo jamás fui capaz.

Me case con Bruno a los diecinueve años, unos meses después de haber perdido mi virginidad. Mi vida es aburrida y monótona; a veces pienso, que la paciencia que tengo con los niños de mi clase, son gracias a la personalidad que he forjado en la convivencia con Bruno. Mi esposo, es igual a mi padre, lo que es un tanto gracioso, porque lo odiaba con el alma, y hablo en pasado, porque mi padre ahora está muerto. Un lamentable accidente de tránsito acabó con su existencia, y, aunque me hizo la vida imposible, no le deseaba la muerte, solo, largarme para no verlo más. Cuando falleció, creí que mi vida cambiaría, y en cierto modo me sentí aliviada por su partida, pero mi matrimonio fue en picada, aunque no podría decir que algún día estuvo en la cima, pero, digamos, que estuvo a un metro del piso, lo que es mucho pedir para mí. Bruno se convirtió en lo que fue mi padre, y empezó mi nuevo calvario, haciéndome sentir atrapada sabiendo que estoy destinada a una vida así.
Cinnia, mi querida hermana del alma, me da consejos maravillosos, pero cada palabra me entra por un oído y me sale por el otro, y no es porque no crea que es fabulosa, sino que, por alguna razón que no logro entender, no soy capaz de mover un músculo, además, que siento temor de que Bruno me prohíba trabajar, y lo que es peor, dejar de verla.

Gran parte de la semana vivo frustrada, y no con mis niños que son mi motor de vida, sino que, en casa, con Bruno. Lloro a escondidas, sin que él se dé cuenta, porque mis emociones son un motivo más de reproche y burla. A veces, imagino que le grito en la cara todo lo que siento, pero todo se queda en mi cabeza, acumulándose para que algún día explote con mi verdad.

«Moriré joven, posiblemente de un infarto por guardarme mis palabras»

Bruno trabaja como visitador médico en Lab Farm, un importante laboratorio de Italia. Este empleo es bien remunerado, como también sacrificado, pues debe visitar constantemente los diferentes hospitales del territorio, y hablar de su producto con los médicos a cargo de cada establecimiento. Algunas veces, le toca viajar fuera del país, lo que sería una hermosa oportunidad para quedarme sola, pero, como nada es fácil en mi vida, me toca acompañarlo, dejar mi trabajo de lado, y quedarme encerrada en el hotel mientras él va a las reuniones codeándose con los doctores. Agradezco al cielo que Cinnia sea la dueña del colegio en donde trabajo, de lo contario, ya estaría de patitas en la calle. Bruno es exagerado, cree que Cinnia me llevará a la perdición, me conducirá a la vida nocturna, pecaminosa... Palabras textuales que salen de su boca, lo que es un milagro del cielo que me deje trabajar, o tal vez, es porque mi trabajo es de medio tiempo, y así, él no me debe dar dinero para mis gastos personales, porque olvidé mencionar que es un tacaño, por lo menos conmigo, y porque no decirlo, debo mantener los gastos del hogar.

MIRAMEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora