Capítulo 13

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Capítulo 13

Diego

Mi padre se siente mal de salud, por lo que me ha pedido que asista a una convención de farmacias que se realizará fuera de la ciudad, decidiendo aceptar la propuesta. Aunque estoy consciente que es trabajo, me servirá para despejar mi mente, además, de poner a prueba a Ambra, ya que tendrá que quedarse con Marcus, y ser responsable por su bienestar.

Saco una pequeña maleta del armario, lo pongo sobre la cama y comienzo a guardar ropa que usaré el fin de semana. Ambra que está acostada descansando, escucha el ajetreo, se voltea para ver qué sucede, y queda asustada, quizás creyendo que me voy de casa. Yo sigo con mi labor, y sin hacer comentarios me dirijo la baño para sacar los objetos de uso personal.

—¿Qué haces amor? —pregunta intrigada al verme salir del baño—. ¿Por qué guardas ropa en la valija?

Se sienta en la cama, observando cada uno de mis movimientos, cautelosa con sus palabras, pues sabe que he cambiado, que mis acciones no están en sintonía con mis sentimientos, lo que le hace temer.

—Viajaré este fin de semana —digo—. Hay una convención, y debo asistir.

Mientras continúo ordenando mi maleta, Ambra se para de la cama a toda prisa para empacar su ropa en otra valija, haciéndome enfadar, pues no la he invitado, además de que deseo estar solo, y respirar de su presencia, no obstante, decido ponerla a prueba.

—Te recuerdo que hace mucho calor —comento—. Sugiero que pongas ropa ligera en la maleta de Marcus.

—Iremos solos, que Marcus se quede con Roberta —dice desinteresada.

—Roberta saldrá de la ciudad este fin de semana —miento.

—¿¡Qué!? ¡No puede ser! —exclama disgustada—. Entonces hay que contratar a alguien para que se quede con el niño.

Doy un suspiro dejando de lado lo que estoy haciendo, y la miro con frialdad, sin creer estar así con Ambra. Ella era mi amor, quería que estuviéramos en todo momento juntos, y ahora solo quiero huir.

—No contrataremos a nadie, porque tú no irás conmigo, te quedarás a cuidar de TU hijo, como corresponde —ordeno—. Además, no es un viaje de placer, es trabajo.

—Yo no me quedaré aquí, y menos cuidando a ese niño —dice furiosa—. ¡No soy una niñera!

Poco a poco empieza mi transformación, sin querer escuchar el veneno que sale de su boca. Me acerco a paso firme, tomo su maleta y la aviento contra la pared, viendo como su ropa sale volando, luego la acorralo contra la pared y aprieto su mandíbula, con el cuidado de no hacer daño.

—¡Es obvio que no eres su niñera, porque eres su madre maldita sea! —grito muy cerca de su bello rostro—, y si digo que te quedas cuidando a nuestro hijo, es porque así será, y no me hagas repetirlo, porque no estoy de humor, me tienes bastante cabreado ¿Entiendes o debo repetirlo?

—Pero yo deseo viajar contigo...

«¿Qué tiene en la cabeza está mujer?»

—¡Pero yo no! —exclamo alejándome de ella para salir del cuarto dando un portazo.

Unas vez en el pasillo, intento tranquilizarme para no alcanzar un punto que ni en mis sueños he llegado. Bajo a la cocina por un vaso con agua, y me siento en una silla a pensar en lo sucedido, con punzadas en la cabeza por el momento vivido. Aprieto mi sien con intensidad, pensando en la situación que vivo con Ambra, por otro lado, está Antonella, y los celos que me provoca que esté casada.

—¿Está bien señor? —levanto la mirada y Roberta está parada en el marco de la puerta. Hago una mueca, pensando en que es una mujer tan buena, y si ella no existiera en mi vida, para mí sería imposible cuidar de Marcus y estar tranquilo.

MIRAMEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora