Capítulo 40

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NOTA:. DESDE ESTE CAPÍTULO ENCONTRARAS MUCHAS FALTAS ORTOGRÁFICAS.  POR PEDIDO DE LECTORAS NO HE SACADO LA NOVELA DE LA PLATAFORMA PARA SU CORRECCIÓN, Y LA ESTOY EDITANDO DE A POCO.  GRACIAS POR SU COMPRESIÓN. 

Capítulo 40

Antonella

Nerviosa por lo que no debí hacer, así me encuentro en estos momentos, pero ni modo, ya no puedo retroceder en el tiempo y frenar el impulso de jactarme el tener a un papasito como Diego en mi vida. La fotografía ya está en el grupo "Las pervertidas", y ellas, por mi causa, gozarán viendo a mi chico. Tengo esperanzas, pues es lo último que se pierde, y tal vez la imagen se Diego quede archivada y pase desapercibida y de milagro ninguna integrante de ese grupo ardiente lo note...

«¡Estoy perdida! Calma tontita... O sea, Antonella, no pasa nada, no es fin de mundo, solo fin de tu relación... ¡Estoy perdida!»

Dejo mi celular sobre un mueble del baño y sigo a Diego a la ducha, donde el agua tibia cae sobre nuestros cuerpos sudados por la pasión desatada entre dos corazones que se atraen intensamente...

«¡Uy, que pienso bonito! Debería escribir un libro llamado "Mírame" quizás algún día lo haga, hasta tengo palabras rimbombantes para que vayan en el texto»

Apunto de violar a Diego en la ducha, y no digo nuevamente porque lo anterior fue consensual, salgo envolviéndome en una toalla, rápido hacia la cama para dejar de pensar en sexo, aunque la cama me llama a gritos y no precisamente para dormir, por lo tanto, decido mirar hacia otra dirección, pero frente a mis ojos esta la pared, que por cierto, también me llama al pecado, por lo que corro hacia el baño nuevamente, aprovechando de que Diego a salido, y ahí me quedo, mirando la ducha, un lugar donde estuvimos desnudos los dos...

Sacudo la cabeza para tratar de no pensar, pero mi cerebro es demasiado activo, pues me miro al espejo y deseo estar teniendo sexo con nuestro reflejo, un pensamiento que me pone caliente...

«¿En qué monstruo me has convertido Diego?»

Me lavo el rostro con suficiente agua, a pesar de haber salido de la ducha recién, pero creo fielmente que así sacaré tantos pensamientos de mi cabeza, pues más de seguro me iré al infierno por mis pecados, aunque, es algo que no me molesta en absoluto, siempre y cuando vaya de la mano de Diego, para después tener sexo.

«Dicen que elinfierno es así... sexo, sexo, sexo. Por lo menos así es en las películas»

—¿Qué pasa amor? —pregunta Diego, abrazándome por detrás, mirando nuestros reflejos en el espejo─. Nos vemos muy bien juntos.

— Muy bien... —repito babeando, mientras nuevamente las sesiones de sexo alocado, con el espejo de testigo, se posan en mi cabeza, y quizás, probablemente, lo más seguro, él está pensando en algo tierno.

—¡Vamos! —dice al fin, separándose de mi para tomar de mi mano.

—¿A la cama? —pregunto, recibiendo su mirada curiosa—. ¿A la pared?

—Amor... creo que tú y yo no estamos pensando en lo mismo —aclara—. ¿Me puede decir que es lo que quiere mi chica?

«¿Diosito santo, ha puesto su sonrisa de medio lado, esa que me mata?»

—¿Yo? ¡Nada! Solo firmar los papeles de la casa.

«Mi tontita Antonella...»

A veces, más bien muchas, me odio con tanta fuerza, que quisiera perderme en algún lugar remoto de la tierra. Debería tener un poco más de personalidad y decirle que necesito quedarme, y que me empotre contra la pared o me tire a la cama, o lo que sea que tenga que ver con cuerpos desnudos.

MIRAMEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora