Capítulo 28

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Capítulo 28

Diego

Con Antonella nos tomamos de la mano y corremos hacia el lago; Marcus nada hacia nosotros y empezamos a jugar. Primero comenzamos tirando agua a Antonella, quien grita desesperada y trata de defenderse, luego llega la venganza, y logra que Marcus se ponga de su lado y empiezan a mojarme a mí, yo me río por la situación, pues ya estoy todo mojado, pero es divertido, realmente me siento en paz, a pesar de todo el alboroto que tenemos. Es asombroso lo bien que se puede pasar con esta mujer, lo feliz que me hace queriendo a mi hijo, es tan sencillo disfrutar una familia de tres, lo que jamás logró entender Ambra.

Pasamos prácticamente toda la tarde disfrutando del lago, Marcus se ve agotado, y Antonella sin deseos de salir del agua, y la entiendo, pues el día esta maravilloso y el calor insoportable.

—Papá, estoy cansado y tengo hambre —dice Marcus poniéndose sobre mi espalda para que nade con él hacia la orilla.

—¿Vienes An? —pregunto.

—¿No le dices Maestra? —pregunta Marcus antes de escuchar la respuesta de Antonella.

—Hemos salido tantas veces... —digo como algo lógico—, creo que le diré por su nombre ¿te molesta?

— ¿Puedo decirle An también?

—No creo que sea correcto, además no puedes decirle An en el salón de clases —digo, viendo la decepción en su rostro.

—Hagamos un trato —interviene Antonella—. ¿Qué tal si me dices An cuando estemos fuera del colegio?

Antonella me guiña un ojo y yo le doy las gracias con la mirada, es increíble lo complementados que estamos, sin emitir palabras podemos decirnos de todo, lo que jamás logre en los años de matrimonio con Ambra.

—Gracias maestra, o sea, An... porque ahora no estamos en el salón ─dice Marcus.

—Lo has entendido muy bien —dice Antonella.

—¿Vienes con nosotros An...? —pregunto mientras saco a Marcus del agua.

—Me quedare otro rato, el agua esta exquisita, creo que se ha vuelto mi lugar favorito.

—De acuerdo, disfruta.

Le doy de comer a Marcus, y mientras le saco el bóxer mojado, veo que el estar metido en el agua jugando, lo ha relajado a tal punto, que los ojos se le cierran. Lo tomo entre mis brazos y lo llevo al auto, lo acomodo entre los asientos, tomo una manta y lo arropo, lo dejo descansando y corro al encuentro de Antonella.

—¿Y, Marcus? —pregunta.

—Quedo agotado. Se quedó dormido a penas le cambié ropa.

—Que ternura —dice suspirando—. Quizás cuando volveremos a disfrutar de esto, de igual forma, me siento feliz de que nos hayamos divertido junto a él.

—Gracias... —susurro en su oído.

—¿Por qué? —cuestiona sin entender que le doy las gracias por haberse cruzado en mi camino aquella noche en el bar karaoke.

—Por aceptar a mi hijo...

—No tienes que agradecerme nada. Yo soy quien está agradecida de que hayas aparecido en mi vida con Marcus. Él, desde el primer momento fue especial para mí.

—Y si hubiera aparecido solo ¿No estarías conmigo?

—Pues no —dice sonriendo.

—Loquilla —digo besando su frente.

—¿Sabes que pienso? —pregunta respondiendo de inmediato —. Nos merecemos ser felices.

—Ya lo creo que sí. ¿Sabes lo que creo merecer también?

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