Capítulo 13

14.3K 1K 533
                                    

Los golpes entre Ricardo y Doroteo continuaban. Donato no podía controlarlos y todos los restantes estaban enfocados en Lizzeth.

Con un poco de fuerza traté de incorporarme, avancé hacia donde estaban todas las mujeres, y Matías y entonces vi lo grave de la situación. Un charco comenzaba a formarse debajo de las piernas de Lizzeth, su parte baja no dejaba de sangrar y ella no dejaba de quejarse y llorar.

—¡Ayúdenme por favor! —Suplicó con completa preocupación. Poco a poco comenzaba a quedarse sin energía. Era irónico estar en un hospital y no poder brindarle ningún tipo de ayuda.

—Lizzeth, respira por favor —le dijo Victoria, se movía intentando hacer algo sin lograr nada, preocupada completamente por Lizzeth y el ser que llevaba dentro.

Donato se interpuso entre su hermano y Ricardo, deteniendo así el conflicto entre ambos. Cuando Ricardo se sintió liberado giró a ver a Lizzeth y corrió rápidamente hacia ella, se tumbó de rodillas y sus ojos estaban abiertos con gran sorpresa y preocupación.

—Lizzeth, perdóname por favor —dijo mientras tomaba su mano y la apretaba fuertemente, en realidad estaba arrepentido, al menos a mí así me lo parecía—, yo no quise hacerlo, estaba lleno de furia.

—¡Aléjate de ella Ricardo! —Le gritó Victoria completamente enfadada. Con su cuerpo se posicionó frente a Lizzeth haciendo a un lado a Ricardo, él no insistió, se levantó y se llevó una mano a la boca con preocupación, hasta ahora estaba midiendo sus actos.

El dolor bajó un poco, pero lo suficiente para poder moverme de nuevo. Me levanté y jalé a Donato del brazo quien estaba regañando a su hermano, su prioridad era estar bien con él antes de cualquier otra cosa, pero a gritos nunca lo conseguiría.

—Ayúdame a cargar a Lizzeth. Coloquémosla en el escritorio del pasillo.

Donato sólo asintió, sin hacer ningún otro gesto. Le echó una última mirada a su hermano y caminó conmigo hacia Lizzeth. Donato la tomó de las piernas y yo de los brazos y espalda, no estaba para nada pesada, al contrario, se sentía demasiado ligera para una chica de su edad. La colocamos sigilosamente en el escritorio y los demás nos siguieron, excepto Ricardo quien se quedó tratando de abrir de nuevo los cajoncillos.

—¿Qué haremos Naúm? —Me susurró Cristy al oído con cierta preocupación, no supe responder, no sabía qué hacer—, nadie tiene conocimientos médicos, no sabemos con certeza qué es lo que está sucediendo.

—Yo —comenzó a hablar Johana pero se mantuvo callada, había escuchado el susurro de Cristy. Se arrepintió de lo que iba a decir, pero al momento lo analizó y volvió la mirada a nosotros quien ya la mirábamos esperando lo que nos tenía qué decir—, no quiero que se escuche feo pero, yo he trabajo en partos con animales, y también he sacado fetos de ellos y no creo que sea tan diferente la manera de dar a luz de los caninos y los seres humanos. Así que, puedo intentar hacerlo con Lizzeth, lo más probable es que el bebé que lleva dentro ya no pueda sobrevivir, pero igual la revisaré, por lo regular el feto sale expulsado en un aborto espontáneo. —Habló sólo para nosotros dos pero luego se dirigió a Lizzeth—. ¿Puedo revisarte Lizzeth? —Preguntó y Lizzeth asintió de inmediato. Seguramente no sabía lo que Johana pretendía pero con el miedo cualquier avance era un alivio para ella. Era riesgoso lo que Johana haría pero teníamos que darle la oportunidad si queríamos que Lizzeth estuviera bien. Johana nos vio a nosotros dándonos a entender que quería que la dejáramos sola con Lizzeth, iba a desnudarla y no sabíamos qué más podría hacer por ella.

Nos íbamos retirando cuando el quejido de Lizzeth nos llamó de nuevo.

—Victoria —dijo—, por favor, no te vayas. Quédate conmigo.

HospitalWhere stories live. Discover now