Capítulo 24

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—Naúm ven a ver esto —me habló Donato parado justo frente a la puerta, observando las barras de colores. Dejé el cuerpo inerte de Johana y caminé con él. Observé las barras y luego lo observé a él. 6 barras aún continuaban encendidas, lo que significaba que Johana continuaba viva. Donato me vio y no pudo evitar formar una sonrisa de satisfacción en su rostro. Johana seguía viva—. ¡Johana sigue viva Naúm! —Gritó y cuando me giré para ir a revisar el cuerpo, Cristy, Lizzeth y Matías ya se hallaban observándonos, el grito de Donato les había llamado la atención.

—6 barras siguen encendidas —dije y sonreí, Johana había quedado inconsciente y no estaba muerta, solamente estaba demasiado débil. Cristy corrió a verificar mis palabras y los otros dos chicos corrieron tras ella.

—¿Johana? —Le llamó Cristy moviéndola en su sitio, después de sus palabras, el silencio cubrió el lugar, Johana no había despertado. Cristy delicadamente posicionó su cabeza en el pecho de Johana para escuchar los latidos del corazón. Hubo un momento en el que Cristy comenzó a desesperarse y apretujó aún más la cabeza contra el cuerpo de Johana.

—Sigo sin sentir sus latidos —respondió de manera desesperada, se dirigió a mí—. Johana sigue viva pero algo está cubriendo su cuerpo Naúm.

—Algo debe estar fallando. Quizá Johana, ya esté muerta pero algo falla con las luces.

—No —respondió Lizzeth abriendo sus ojos con sorpresa, se hallaba en una especie de confusión, no sabía si llorar o no por Johana, no sabía cómo estaba. Lizzeth dio unos pequeños pasos haciendo un corto eco en todo el hospital—. Naúm escuchó los gritos de Ricardo. Lo que significa que Ricardo es quien está vivo —las palabras de Lizzeth cada vez fueron menos audibles, el llanto comenzaba a cubrir su habla, la idea de que Johana continuara viva se había esfumado y había traído consigo tristeza—. No puedo creerlo. ¿Cómo sobrevivió ese maldito?

Era cierto, era la único que concordaba con todo. Ricardo seguía vivo y si no le estaba sucediendo nada extraño o malo, entonces se estaba escondiendo o encontró allá arriba una salida por el techo.

—No creo que Ricardo se haya atrevido a dejarnos aquí si encontró alguna salida —dijo Cristy como si estuviera adivinando mis pensamientos, sus lágrimas también comenzaban a resbalar pensando en que ya nada podría hacerse por Johana. Se había apartado de su cuerpo y ahora estaba a mi lado observando a los demás.

—Señor —me habló Matías, cuando lo vi estaba recargado en el pecho de Johana, lo observé levantando las cejas para que el continuara hablando—, yo si puedo escuchar el corazón de Johana.

Las miradas de todos se posaron en él en un santiamén, Matías no podía estar jugando con algo así, nunca nos había mentido y ésta no debería ser la primera vez, tenía que ser cierto.

—¿Estás seguro? —Cuestionó Cristy con percance en su voz, nuevamente colocó su cabeza en el pecho de Johana y sin éxito la retiró al instante, era extraño como Matías sí podía escucharlo y Cristy no—, yo no escucho nada.

—Porque el oído de Matías está más fresco —opinó Donato con una mano debajo de su barbilla, sintió que la mirada de Cristy lo amenazaba—, quiero decir —continuó y caminó hacia donde estaba Cristy, ella se incomodó al sentir a Donato muy cerca de ella y dio unos pasos hacia atrás—, que su oído, por así decirlo es más reciente y con la edad comienza afectarse. además, el corazón no se escucha, el corazón se siente, pero de igual manera, al ser la piel de Matías más sensible él puede interpretar esos latidos —se dirigió a Matías—, ¿lo escuchas muy fuerte?

—No —respondió Matías—, es muy despacito, pero sé que es el corazón, porque antes de entrar a quimioterapia, el doctor se coloca unos audífonos metálicos y con el puede escuchar mi corazón. Yo también me los he puesto y se escucha muy fuerte.

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