Capítulo 25

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Después de unos minutos por fin decido abrir la puerta de la habitación en la que se encuentra mi padre, entro y veo a mi mami sosteniéndole la mano mientras duermen, ella está en el mueble que está alado de la cama en la que se encuentra mi padre, siento que mi corazón es como una bomba al ver esto, me pone completamente mal pero al mismo tiempo puedo darme cuenta del gran amor que se tienen, veo como sí es posible el amor tal como dicen, en la salud y en la enfermedad... ellos son un vivo ejemplo.

—Buenos días ma— le digo tocándole el hombro suavemente.

—Buenos días cariño— responde aún somnolienta.

—Ve a descansar a casa mami, yo me quedo con papá.

—Todavía no le traen su desayuno, mantente pendiente de él por favor, debo ir a casa para tomar unos papeles y llevarlos a la oficina de tu padre, no sé si pueda descansar y mucho menos con lo que está pasando.

—No te preocupes mami, ya verás cómo se mejora— le digo tratando de sonar optimista.

—Tengo fe en que eso pase cariño— se ve tan triste pero trata de ocultarlo por el simple hecho de que no quiere que me afecte tanto lo que está pasando, pero eso es imposible, esta situación me está destrozando.

—Me acompaño Matt, de hecho está afuera, te lo digo por si lo ves al salir ma— ella solo me da un beso en la frente y toma sus cosas para poder ir a casa.

—Está bien, solo recuerda que puede estar aquí una sola persona.

—Si ma, no te preocupes— me siento donde anteriormente estaba mi madre y observo a mi papá, siempre ha sido un hombre fuerte me sorprende y duele demasiado el verlo así.

Mi mamá se retira dejando una estela de preocupación en el aire, me entran unas enormes ganas de llorar, pero recuerdo que Matt se quedó afuera así que salgo para decirle donde está la sala de espera para que pueda ir.

Cuando salgo de la habitación lo encuentro sentado en el piso con la espalda arrimada a la pared, despreocupado como siempre...

— ¿Te vas a quedar ahí?

—Sí, al menos que me dejes pasar.

—Solo puede entrar una persona.

—No sabía que eras una niña buena que cumple todas las reglas que le imponen.

—No quiero meterme en problemas estando en esta situación.

—Te entiendo, perdón por actuar como estúpido.

—Ya estoy acostumbrada, bueno si quieres ir a la sala de espera se encuentra en el segundo piso al fondo, para que no estés aburrido, yo bajo más o menos a las diez que es cuando viene la enfermera a ver a los pacientes y no puede estar aquí nadie.

—Vale entonces, esperare allá cualquier cosa me escribes.

—Ok—le digo mientras él se levanta y se dirige al ascensor para bajar a la sala de espera.

Entro a la habitación y nuevamente me siento junto a mi padre, él ya está despierto aunque su semblante cada día que pasa es peor, se lo ve débil y pues como nos dijeron las enfermeras no podemos hacerle hablar ya que no está en condiciones como para poder conversar, ni tampoco hacer esfuerzos, sino más bien descansar.

—Hola papi— le digo con tono de voz quebrado.

Me mira e intenta sonreír pero lastimosamente no puede por todos los aparatos que tiene puestos.

Solo me quedo en silencio mirándolo con enormes ganas de llorar, pero no quiero que me vea mal así que solo estoy ahí, sujetando su mano recordándole que nos tiene a mamá y a mí para apoyarlo y estar siempre con él.

DIARIO DE UN PECADORWhere stories live. Discover now