Capítulo 32

3.6K 235 54
                                    

La ancianita me cuenta con detalle como conoció a su esposo y los años llenos de amor que vivieron juntos, los tres hijos que tuvieron juntos y que ahora ya son unos adultos con sus propias vidas, alejados de lo que un día fueron sus seres de más prioridad en la vida, la vida te cambia de rol y ahora puedes ser tú el que por salir por las noches angustia a tus padres pero quien sabe de aquí a algunos años serás tú el que se encuentre sentado en un sillón alado de la puerta preocupado esperando por la llegada de alguno de tus hijos.

La vida es muy compleja pero se presenta en sencillas faces, la primera es que estamos rodeados de todo lo que necesitamos, tenemos a nuestros padres que se encargan de todo y nosotros solamente nos preocupamos de nuestros "problemas" que bien de aquí a algunos años los veamos como si nada siendo que ahora nos hacen desvelarnos sin saber solucionarlos, así es la vida por eso vamos a paso lento, no hay que correr ni saltarse etapas... hablar con ella me hizo comprender muchas cosas, pasamos un momento ameno yo escuchándola mientras ella relataba con emoción cada uno de los fragmentos de su vida que más recordaba, también por fin me dijo su nombre, es la señora Ross Marie, pero le gusta que le digan Rose, cuando le dije mi nombre dijo que mis padres habían hecho una excelente elección, dice que April, siendo su significado Abril en español dando referencia a uno de los meses más bonitos y cálidos del año, también da referencia al recibimiento del sol de primavera, fueron datos que me gustaron mucho.

Mientras ella me contaba acerca de los nietos que tiene de repente se abrió la puerta de la habitación lentamente, me asuste por un momento pero luego relaje todo mi cuerpo al ver que era una chica, al parecer de la misma edad que yo, entra un poco conmovida al ver a la Sra. Ross y se acerca rápidamente sin ocultar la mirada de sorpresa al verme, yo simplemente sonrío en su dirección para verme amigable, ella le entrega una flor blanca y por fin escucho su voz.

—Hola abuelita, perdón por el retraso, solo que ya sabes, mi madre me hizo desayunar aún sabiendo que no me quedaba mucho tiempo para hacerlo.

—Hola querida, tu madre tiene razón, debes desayunar o sino vas a estar como esta vieja que ya no se puede ni levantar.

—No digas eso abuelita, sabes que yo estaré contigo ayudándote, además si puedes caminar solo estás aquí por un resfriado, así que no hagas dramas, — dice bromeando con su abuela, al parecer tienen una relación muy cercana ya que bromean entre las dos, después de un rato se dan cuenta que yo sigo aquí y la Sra. Ross me presenta con su nieta.

—Mira cariño ella es April—le dice mientras me señala sutilmente. —April ella es mi nieta Lía, al parecer son contemporáneas podrían ser amiguitas— dice la Sra. Ross, al parecer siempre los adultos tienen la manía de querer hacer amiguitos a todos los que ven por ahí, más aún cuando se trata de seres queridos con alguien que conocen.

—Hola April—dice Lia dirigiéndose a mí. — ¿De dónde conoces a mi abue? — me pregunta en tono amigable.

—Pues la historia es graciosa— le digo siendo completamente sincera— en realidad me equivoque de habitación, aquí estaba mi padre y pues lo han cambiado de habitación, yo desconocía eso así que entre como si nada y pues así fue como la conocí, llame a mi madre para saber cómo estaba mi papá y me informo que le estaban haciendo unos exámenes así que decidí quedarme aquí y conocer alguna de las historias de la Sra. Ross.

— Mi abuela tiene historias muy lindas por contar, no me pondré celosa por esta ocasión— dice dedicándole una mirada a su abuela mientras se sienta en la camilla suavemente y toma su mano en la cual le planta un beso.

—Ay cariño, no deberías ponerte celosa, además April fue muy amable en dedicarme un poco de su tiempo.

—No se preocupe Sra. Ross para mí fue un gusto escucharla, faltan más relatos como los suyos en el mundo, para que así esta generación pueda conocer el amor así sea solamente en historias que se dieron en el pasado.

DIARIO DE UN PECADORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora