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Esa noche, Nathaniel se encerró en su cuarto y se escondió en las sábanas, sin querer saber nada del mundo exterior. Por suerte su padre no le hizo nada más grave que un poco de sangre en la cabeza, por lo que no tuvo que acudir al hospital ni nada parecido. Así que se quedó en la cama el resto del día. En cambio, Castiel estuvo comiéndose la cabeza acerca de él y el evento. Realmente quería que Nathaniel por una vez se lo pasara bien sin que su padre interviniera y le hiciera daño de nuevo. No había hablado con él, pero tenía la esperanza de que el rubio también se moría por acercarse a él de nuevo y disfrutar cada segundo juntos.

Nathaniel apagó las luces y se tendió en la cama después de estudiar hasta la medianoche, con la intención de dormir por fin. Pero acerca de las dos de la madrugada algo lo despertó, y no era su padre.
Nathaniel se dirigió a la ventana y se asomó, sin ver nada extraño. Dio un par de vueltas por la habitación hasta que una voz -demasiado familiar- desde la ventana lo llamó. Se acercó a ella con total rapidez y asomó la cabeza, observando a un Castiel con ojeras y un poco más pálido de lo normal, nada raro.

-¿Qué haces aquí? -susurró Nathaniel con cuidado de no hacer demasiado ruido-. Tienes que irte.

-No tengo que irme -respondió el pelirrojo frunciendo el ceño-. Nathaniel, ven conmigo.

-¿Qué? No.

-Joder, Nathan-

El rubio cerró la ventana y bajó la cortina fuertemente, interrumpiendo a Castiel y sin escuchar sus últimas palabras, pues había escuchado los pasos de su padre acercándose a la habitación. Nathaniel corrió a la cama y se tapó tal y como estaba en un principio, comenzando a dormirse y haciendo pensar a Castiel que no quería saber nada más de él.

[...]

La mañana siguiente, Nathaniel se levantó media hora después puesto que estaban preparando los grupos en el instituto para dirigirse al evento y no quería molestar. Suspiró y se sentó en la cama, soltando las primeras lágrimas del día y pensando en toda la felicidad que correría por la mente de Castiel cuando estuviera en el evento,

sin él.

Nathaniel siempre pensó que él era el culpable.

La respiración del rubio comenzó a acelerar, y su ritmo cardíaco comenzaba a aumentar de tal forma que se preparó lo más rápido posible y salió corriendo hacia el instituto.

No podía perder aquel evento.

No podía perderlo a él.

Abrió la puerta bruscamente y salió de la casa, por primera vez ignorando los gritos de sus padres. Se plantó en la puerta del instituto junto a toda la multitud y comenzó a explicarle a la directora la situación, recortando algunos puntos que preferiría no mencionar. Luego, corrió entre toda la gente buscando a Castiel, pero lo avisaron de que ya comenzaría el evento y lo asignaron junto a un chico con quien no había tenido antes la oportunidad de charlar.

-¿Buscas a alguien? -cuestionó aquel ojiverde al ver la poca paciencia de Nathaniel-. No creo que le encuentres, hay mucha gente.

-Es importante -dirigió el rubio aún con la mirada perdida entre toda la gente.

-Vamos, ya tendrás tiempo de buscar a esa persona -aquel chico agarró la mano de Nathaniel y le dedicó una tierna sonrisa, que calmó sus nervios-. Soy Toby.

Ambos chicos llegaron al evento agarrados de la mano, y comenzaron a buscar a Castiel.. aún agarrados de la mano.

-No parece estar por aquí, ¿quizá es que no ha venido al evento?

El corazón de Nathaniel se encogió, aumentando los nervios que Toby había conseguido calmar tan fácilmente. Se soltó de su agarre y desapareció de allí, encerrándose en los baños y no queriendo hacer eso sin Castiel. Nathaniel había decidido participar en el evento con el objetivo de encontrar a Castiel en éste y poder solucionar las cosas, pero una vez que Castiel no estaba, no valía la pena.

Unos segundos después, Nathaniel comenzó a oír la música del primer concierto. Quince minutos después, alguien entró al baño, al parecer era Toby.

-Vamos, no te desanimes -Toby se acercó a Nathaniel y se posó en frente de él-, aunque él no esté, puedes divertirte ¿no quieres?

Nathaniel negó tímido con la cabeza, consiguiendo borrar la sonrisa de aquel ojiverde.

-Tú también puedes divertirte conmigo -sugirió-. ¿No quieres?

Nathaniel tragó saliva y asintió, limpiándose los sudores fríos que corrían por su frente. Se levantó y abrazó a Toby, quien a su parecer era a la única persona a la que podía acudir en estos momentos.

Después de unos minutos, el evento comenzó. Ambos salieron y Nathaniel se agarró con fuerza al brazo de Toby, pues la multitud lo arrastraba. La pintura comenzó a caer por todos lados, haciendo sonreír un poco al rubio. Al principio corrió desanimado y sin ganas, pero después de varios comentarios chistosos de parte del pelinegro, se olvidó de lo demás y se centró en la carrera.

[...]

Cuando se dirigieron hacia el instituto, todos se encontraban sonriendo y manchados de pintura. Algo de lo que Nathaniel no se percató fue que al entrar al instituto, al lado de la puerta se encontraba Castiel, esperándolo para hablar. Pero al ver que Nathaniel ni siquiera lo vio y se encontraba abrazado a otro chico, se dio media vuelta y se marchó, rindiéndose por completo.

Nathaniel no tenía ni idea de nada.

Ni idea de que acababa de perderlo.

Liar © (CN #1) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora