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Castiel se volvió a sentar en el banco, mirando algo avergonzado a Nathaniel, quien aún se encontraba sonrojado por el acto anterior del pelirrojo.

—Castiel, ¿quieres que nos vayamos? —preguntó Lysandro en un intento de relajar las cosas.

—Sí, vámonos.

Ambos chicos se levantaron y recogieron sus cosas, pasando luego al lado del rubio. Castiel le susurró unas palabras antes de irse, haciendo que Nathaniel se estremeciera y saliera nervioso de ahí.

[Dos días después]

Nathaniel acudió a clases algo temeroso, pues Toby no le había dirigido palabra desde aquel día. Se sintió estúpido y triste a la vez, no sabía si debía hacer algo o simplemente dejarlo pasar hasta esperar que las cosas entre ellos se calmaran.

Cuando entró al aula, encontró esta vacía, haciendo que se preguntara si había pasado algo u estaban en otro lado, así que optó por dirigirse al gimnasio.

—Bien, bien, ¿estáis todos? —el señor Farrés se encontraba en medio de todas las personas, intentando calmar a estas en un intento fallido—. Vale, Nathaniel, colócate cerca para poder escucharme.

Algunos dirgieron la mirada a la puerta del gimnasio, donde Nathaniel se encontraba mirando levemente sonrojado al profesor. Un aroma cálido y familiar se hizo a su lado, Castiel lo agarró de la muñeca y lo metió entre los alumnos.

—Bien, chicos. Vengo a anunciaros que mañana, por favor, los siguientes alumnos que voy a nombrar acudan temprano y sin falta al instituto, pues nos reuniremos para ir de acampada durante tres días.

Algunos alumnos —como Castiel— bufaron y se quejaron al escuchar sus nombres en la lista.

—...Nathaniel, Toby, Lysandro y Kentin —terminó de nombrar el profesor, con una sonrisa nerviosa—. Por favor, los demás alumnos tendrán que acudir a clases. Los de la acampada deberán traer algunos objetos necesarios y que no estarán a su disposición cuando lleguemos.

Nathaniel salió lo más rápido posible de su casa. Llevó una mochila llena de objetos que él mismo creía necesarios para la acampada y se reunió con el grupo en el jardín. Cuando todos estuvieron en el autobús, el profesor Farrés comenzó a hacer los grupos.

—Debido a la falta de tiendas, todos los alumnos tendrán que tener una pareja para compartirla a la hora de dormir. Las siguientes parejas son éstas; Armin y Lysandro, Kentin y Alexy, Rosalya y Lynn, Toby e Iris y por último, Nathaniel y Castiel. Estas parejas, por favor, siéntense juntos en el bus.

Todos miraron al profesor sorprendidos; la mayoría no esperaba tener que compartir tienda con el otro. Nathaniel, por su parte, se sentía aliviado pues no le había tocado con Toby.

Al llegar a la zona todos dejaron sus bolsas en las respectivas tiendas, volviendo a por el profesor. Estuvieron toda la tarde haciendo actividades.

Nathaniel estuvo todo el día temiendo la llegada de la noche, y cuando ésta cayó, no supo qué hacer.

Al llegar a su tienda, Castiel se encontraba en esta, usando su teléfono móvil. Nathaniel se sentó a su lado —pues no había espacio en la tienda— y observó al frente tenso. Castiel dejó el teléfono segundos después.

—¿Has hablado con Toby? —preguntó el pelirrojo notablemente tenso, le molestaba pensar en ese chico pero quería saber la respuesta.

—No —responde nervioso—. Tampoco quiero hablar de él.

Castiel se removió incómodo a su lado y lo miró a los ojos, descubriendo al rubio mirándolo también.

—Te echo de menos —dice Castiel, rompiendo el silencio entre ambos.

—Yo... Y-yo también te echo de menos.

La incomodidad aumentó entre ambos, Castiel se acercó a su rostro y con una mano sujetó la barbilla de Nathaniel.

—Tengo muchas ganas de besarte.

Algo dentro de Nathaniel se rompió al recordar el beso que Toby le había dado, quiso olvidarse de aquello así que ayudó al pelirrojo acercando un poco más su rostro.

—Hazlo.

Castiel sonrió de lado y rozó suavemente sus labios con los de Nathaniel.

E interrumpiendo, alguien abrió la puerta de la tienda.

—Chicos, los móviles apagados y la música baja o con auriculares, no hagáis mucho ruido ni salgáis de la cabaña.

El profesor Farrés volvió a cerrar la cremallera.

—Siempre hay alguien rompiendo momentos —bufó Castiel, mirando rencoroso la puerta.

—Creo que es mejor que vayamos a dorm-

—Nada de dormir, delegado.

En un ágil movimiento Castiel quedó encima de Nathaniel, besando esta vez sin esperar sus labios.

—He estado mucho tiempo pensándote.. —susurró contra sus labios—... Llevo mucho tiempo queriendo volver a tocarte...

El rubio se estremeció ante aquellas palabras y, sin darle tiempo a responder, el pelirrojo atacó el cuello del otro, llevándose un sonoro gemido de respuesta.

—Sh.. No quiero que hagas ruido.. en toda la noche.

Liar © (CN #1) Where stories live. Discover now