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Nathaniel trató de levantarse, pero los brazos de Ámber fueron los que lo sujetaron para que no volviese a caer al suelo. Nathaniel podía caminar solo, pero su hermana se encontraba a su lado, sujetándolo con miedo por si caía en algún momento.

El rubio no se atrevía a mirar a su hermana a los ojos, más por el simple hecho de que no sabía por qué lo estaba ayudando, ya que la mayoría de las veces, cuando Nathaniel llegaba a casa con algún moratón de algún estúpido que lo hubiese molestado en el instituto, ella ni siquiera le tomaba importancia.

Cuando llegaron a la sala de delegados, Nathaniel se sentó en una silla y respiró con dificultad, tratando de entender todo lo que había pasado anteriormente en el patio.

Nathaniel, algo más calmado, se atrevió a preguntar:

—¿Por qué lo has hecho? —susurró este, bajando la cabeza con pena, pues pensaba que tendría que haber sido demasiado triste como para que su hermana acudiese a ayudarlo.

Ámber abrió los ojos levemente, como indicando sorpresa y luego su rostro se tensó, movió su cabello en señal de superioridad y se dio la vuelta, saliendo del aula no sin antes decir lo siguiente:

—Nadie más iría a ayudarte. 

La puerta se cerró con fuerza, sobresaltando a Nathaniel ligeramente. Luego, apretó las manos y la mandíbula, y se levantó para dirigirse al baño. Cuando llegó, se miró al espejo y una mueca de tristeza se dibujó en su rostro.

Nathaniel tiende a mirarse en el espejo todos los días, pero nunca se ve suficiente. Trata de ayudar a los demás aunque su autoestima esté por los suelos, y aunque eso sea un acto muy admirable, él sigue sintiendo que jamás será suficiente. Y a pesar de todas sus dudas e inseguridades, él siempre trata de actuar feliz y siempre va sonriente, incluso cuando lo único que pasa por su cabeza son pensamientos tristes y tormentosos. 

Se percató unos segundos después de que su rostro se encontraba decorado por un moratón en su mejilla y sangre en la boca a causa de la caída anterior. Abrió el grifo con irritación y se limpió la sangre, pues no se podía hacer nada más con la herida de su mejilla. Al abrir la puerta del baño, la cabellera rubia de Ámber le llamó la atención.

—¿Qué haces aquí?  

Ámber sólo se encogió de hombros y lo agarró de la muñeca, llevándolo a clases. Lo forzó a sentarse junto a ella y, cuando veía que Nathaniel no prestaba atención a la clase, le dejaba su libreta para copiar. 

Raro, ¿verdad?

Nathaniel cerró —con demasiada lentitud— su libreta y observó por el rabillo del ojo cómo Ámber se levantaba. Hizo una mueca y volvió la vista al frente, pero entonces volvió a abrir los ojos y miró a Ámber de nuevo con asombro, quien salía con rapidez del aula. Nathaniel no tardó en correr detrás de ella con la mochila abierta en la mano y, cuando estuvo a punto de alcanzarla, un golpe brutal hizo que la mochila volase por los aires y que Nathaniel cayera con fuerza al suelo, junto con la persona que se había chocado con él.

Cuando Nathaniel levantó la vista, sólo vio un vestido rojo pasando por delante de él.




Tranquilxs, beibis míos, ahora subo el siguiente capítulo ;) prepárense :v


Liar © (CN #1) Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt