«Especial de Halloween»

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La razón por la que había terminado allí, en una especie de "discoteca" que celebraba la noche de los muertos vivientes, era tan sencilla como peculiar y alarmante.

Un viernes, que se encontraba bastante cerca del día de Halloween, cuando llegó a su alcoba después de un cansado día en el instituto del averno, no tardó en darse cuenta de una pequeña caja que yacía encima de su cama. El envoltorio se veía bastante apetecible de rasgar frente a sus ojos, por lo que no dudó en sentarse en la cama y tomar aquella caja (que en el fondo no era tan pequeña) para arrancar aquel papel dorado brillante.

La caja era de cuero negro, y el tacto era bastante suave. ¿Quién podría haber sido el que le hubiese dejado aquella preciosidad?

Tardó su tiempo en abrir la tapa, pues se quedó contemplando como un bobo pobre aquella caja tan desconcertante y con un aura anónima e incesante.

A decir verdad, aquella caja comenzaba a transmitirle sensaciones negativas.

En cuanto se sintió única y totalmente capaz de abrir aquella espeluznante caja, una bonita máscara negra y con brillos dorados fue lo primero que vio. La tomó con delicadeza entre sus manos, como si de un preciado tesoro y único se tratase. La inspeccionó un poco por encima antes de alzar la mano donde la sostenía y colocarla delante de su rostro, para darse cuenta de inmediato de que le quedaba como anillo al dedo, como si estuviese hecha a medida para su rostro.

La máscara le cubría solamente hasta la nariz, y tenía forma de gato, lo que le daba, minoritariamente, un aspecto tierno al asunto.

La máscara era bonita, sí, pero no podía pensar demasiado en aquello cuando seguía sin saber nada acerca del origen de aquella caja tan... Victoriana.

Tras posarla con delicadeza a un costado suyo en la cama, se quedó un par de segundos más observándola hasta que se percató finalmente de que había más contenido en aquella misteriosa caja. Acercó la mano, quizás casi con miedo, y alcanzó un pequeño sobre rojo sellado de una forma extrañamente elegante. El sello se encontraba deformado con un logo peculiar y que, honestamente, no se le hacía familiar ni de lejos.

Ainsworth Manoir

Vaya, qué peculiar. ¿Quién será la familia Ainsworth? Desde luego que aquel apellido era completamente desconocido para Nathaniel.

Al principio temió la apertura de aquel sobre, pero luego se atrevió y terminó abriéndolo, pues obviamente la curiosidad le ganó.

Cuando comenzó a leer, le sorprendió la caligrafía con la que se había escrito aquella carta. Se encontraba escrita con tinta de un color dorado que tenía un toque especial que hacía que tuviese un peculiar brillo incesante. Mas se sorprendió con lo que había escrito dentro del sobre, siendo una invitación hacia una fiesta el día de Halloween. La pregunta era: ¿Por qué lo habían invitado y quiénes eran los que lo habían hecho?

Al principio dudó y estuvo a punto de guardar el sobre y dejarlo debajo de su cama, tratando de olvidarla, pero luego la curiosidad le carcomió y decidió que iría a aquella fiesta de Halloween, sólo por simple curiosidad. La pregunta era realmente: ¿Conocía a los Ainsworth y no se acordaba? Porque era my extraño que unos simples desconocidos lo invitasen a una fiesta, ¿no?

Guardando aquel sobre y dejando la caja sobre una pequeña mesa junto a su cama, salió de su habitación rumbo a un pequeño estudio que tenía en la planta alta de su lar, dispuesto ante nada a estudiar, aunque se le haría complejo, pues aquella cajita no tardaría en dominar cada costado de su mente sin problema aparente.

Sus manos se encontraban temblorosas sobre la delicada tela de su chaleco. Su cabello se encontraba totalmente estático gracias a los tratamientos cuidadosos que su sirvienta había conseguido proporcionarle.

Liar © (CN #1) Where stories live. Discover now