»23 1/2

1.7K 209 21
                                    

Aquel día no fue demasiado bien. Ámber aún se negaba a decirle ni una palabra a Nathaniel, pero era obvio. Ámber era una chica que no acostumbraba a mostrar sus sentimientos; ni siquiera sabía cómo.

Para colmo y consiguiendo confundir más a su hermano, Ámber le pidió de quedarse a dormir en su apartamento aquella noche.
Es decir... ¿Ámber quería pasar más tiempo con Nathaniel? ¿Por qué? ¿Desde cuándo?

Obviamente, este asintió, aunque fue más por respeto que otra cosa (tampoco es que tuviera muchas ganas de hablar).

¿Que por qué digo esto? Pues bien...

—¿Desde cuándo estás saliendo con Castiel? —dijo a la ligera. Qué extraño, Nathaniel no se percató de ningún tipo de tono molesto en su voz.

—Ya... Ya no estoy con él. —Molesto. Era la palabra perfecta para describir cómo se sentía en aquel momento. Pero no pasaba nada, siempre tenía aquella máscara que usaba para simular total normalidad, aunque a veces le costase—. ¿Por qué has cambiado tanto?

Todo se quedó en silencio por un par de segundos. Nathaniel, que estaba tumbado en su sofá con Ámber al lado, fingió que continuaba viendo la televisión mientras trataba saliva. Quería levantarse pero no en aquellos momentos, no quería hacerlo más incómodo.

—Yo no he cambiado.

Aquella respuesta vino casi de sorpresa para el rubio, pero este no tardó en responder:

—Sí, sí que has cambiado —murmuró a la par que se levantaba del sofá para quedarse ahora sentado junto a su hermana. Era de noche, pero la luz de la televisión le dejaba ver su rostro (o al menos algunas facciones de este)—. No sé si lo has hecho de un día para otro o si ha tardado un tiempo, pero algo en ti ha cambiado. Puede que no hablemos nunca y hasta nos llevemos mal, pero soy tu hermano después de todo, he presenciado cada cambio en ti y conozco la causa de cada uno, así que básicamente estoy acostumbrado —soltó, luego tomó aire para tratar de calmarse y relajó los hombros—. Supongo que a mí no me puedes mentir.

Otra vez todo en silencio. ¿Cómo podía ser todo tan incómodo con tu propia hermana?

—No sabes lo que estás diciendo. Simplemente... Castiel ya no me gusta.

Sus palabras cayeron sobre Nathaniel como un balde con agua fría. Si pudiérais ver la cara del rubio en aquel momento... Estaba a punto de reír, pero no quería llevarse ninguna colleja.

—Es sólo que... Me gusta otra persona.

Si decimos la verdad, a Nathaniel no le importaba lo más mínimo lo que ocurriese en la vida social de su hermana... Hasta ahora.

Es decir ¡Llevaba muchísimo tiempo detrás de él!

Nathaniel se quedó de piedra, no supo qué responder. Para evitar más incomodidad (¿era posible que el momento llegase a peores? Porque yo creo firmemente que es imposible), Ámber cambió de tema.

—No sabía que lo habías dejado con tu... Castiel.

Genial Ámber, eres una genia.

—Todos se enteraron de la... Historia de los cojones, en el recreo. No sé cómo no te has enterado aún.

—Estuve en el aula con Su —respondió con ligereza, pero luego se tensó y se corrigió—. Sucrette. Me castigaron por discutir con ella en los vestuarios.

—Pensé que estaba escondida con Kentin en algún lugar. He oído que están juntos.

No sé el efecto que causó en ella, pero aquella frase consiguió que las mejillas de Ámber se pusieran rojas al instante. Luego, apretó los puños con descaro y se permitió hablar aún cuando Nathaniel se encontraba dispuesto a terminar:

—Kentin no está saliendo con esa.

Liar © (CN #1) Where stories live. Discover now