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Al día siguiente, el profesor Farrés pasó tienda por tienda, despertando a los alumnos. Todos se levantaron dispuestos a comenzar el verdadero día de actividades, pero Castiel y Nathaniel aún dormían plácidamente abrazados en la tienda. Nathaniel se despertó unos minutos después, dándose cuenta de que todos los alumnos los esperaban molestos. Despertó como pudo al chico que gritaba que le dejaran dormir, pero al final cedió. Cuando ambos chicos salieron ya bien vestidos de la tienda agarrados de la mano, Toby bajó la cabeza en señal de desaprobación, acto que el rubio había llegado a observar. El momento se volvió incómodo, por lo que Nathaniel se soltó del agarre de Castiel, colocándose ahora en el otro lado de la fila.

-Bien, alumnos -el profesor Farrés parecía el que más necesitaba dormir de todos, pero aún así lo ocultaba con una débil sonrisa-, hoy vamos a hacer una cantidad de actividades que probablemente os guste a todos, así que en marcha. Iréis por parejas, así que podéis elegir libremente. 

Nathaniel, a punto de correr a los brazos de Castiel, fue detenido por unos nerviosos, débiles y delgados brazos que ahora tenían muy pocas posibilidades realmente de detenerlo. El rubio se giró sobre sus talones y observó un lindo cabello negro y unos bonitos ojos verdes en frente de él. Toby miraba sonrojado al suelo e intentaba ocultar una sonrisa que se le escapaba a veces.

-¿P-podrías venir conmigo y así.. hablar?

Nathaniel, a punto de asentir, miró un momento hacia atrás y observó a Castiel yendo con Lysandro detrás del profesor. Al darse cuenta de eso, se volvió a girar un poco más tenso y asintió nerviosamente, recibiendo una de las tan tiernas sonrisas del pelinegro, que en seguida lo agarró del brazo y comenzó a caminar, agarrado totalmente a él.

Todos llegaron a una pequeña plaza rodeada de plantas y flores, se reunieron en un círculo y, Nathaniel, desde la otra punta del círculo, pudo observar cómo Castiel miraba con asco el agarre que ambos tenían, volviendo segundos después la mirada al profesor. Tampoco le había hecho mucha gracia la idea de ver a quien ahora consideraba su pareja agarrándose la mano con.. ese. Trató de ignorarlo y, cuando el profesor dio las explicaciones, todos se adentraron en el bosque en busca de las pistas que había que entregarle en menos de una hora.

Castiel comenzó a correr por un estrecho camino que habían encontrado adentrándose entre ramas y llegó al final de este, siendo recibido por una enorme pared. Lysandro se paró a su lado y ambos comenzaron a mirar al frente, sabiendo que estaban pensando en lo mismo.

-No creo que sienta algo por él.

-Me da igual lo que sienta o no sienta, ese chico está intentando quedarse con él, y no voy a permitirlo.

Castiel agarró a Lysandro de la camisa y comenzó a correr durante unos segundos para que entendiera que tenía una idea de otro sitio donde podría estar la última pista que necesitaban, así que ambos corrieron (Lysandro detrás del otro) hasta llegar a otra pequeña plaza, donde desafortunadamente se encontraban Nathaniel y Toby, otra vez agarrados de la mano y con una sonrisa. Castiel pasó por al lado de estos mirándolos con el ceño fruncido y agarró la pista que, efectivamente allí se encontraba. Cuando los dos mejores amigos estuvieron a punto de irse, fueron detenidos por la frase que Toby había susurrado lo más bajo posible;

-Cariño, ¿por qué nos ha mirado así?

Cariño. Esa palabra corrió una y otra vez por la fría mente de Castiel, hasta obligarlo a girarse y mirar a ambos aún peor que antes.

-¿Cómo que cariño? -siseó mientras arrastraba los pies hasta quedar en frente de Toby, que ahora lo miraba un poco más desconfiado que otras veces.

-Sí, cariño. Puedo decírselo.

Toby levantó un poco la cabeza, enfrentando a Castiel, quien no dudó dos veces en acercarse más a él y levantar el puño, lanzando un puñetazo que fue directamente a su mandíbula.

-¡Toby! -chilló Nathaniel cuando vio que el chico (que hace pocos segundos sólo lo agarraba de la mano y le decía cosas bonitas) caía al suelo adolorido por el golpe del que Castiel se sentía más que orgulloso. El profesor Farrés apareció un par de minutos después, pues al escuchar el grito se enervó y comenzó a correr de un lado a otro hasta finalmente encontrar a los chicos.

-¡Pero bueno! ¡¿Quién ha sido el culpable de todo esto?!

Lysandro se quedó callado mientras observaba a Castiel, que sólo se cruzaba de brazos mientras endurecía la mirada ante los demás. Nathaniel no dudó en señalar furioso al pelirrojo que tenía delante.

-¡Castiel le pegó sin motivo ninguno! -gritó cabreado mientras lo miraba con los ojos inyectados en sangre-. ¡Castíguelo! ¡Puede haberle hecho algo muy grave!

El señor Farrés agarró a Castiel del brazo y se lo llevó de la escena, dejando a Lysandro apenado por la situación, y a Nathaniel, que corría a socorrer al pelinegro que yacía en el suelo tratando de recuperar el norte. El rubio se agachó hasta cruzar miradas con el ojiverde y dijo:

-Vamos, cariño, ¿estás bien?

Liar © (CN #1) Where stories live. Discover now