»08

4.7K 526 66
                                    

Pasaban los días.
Y las semanas.
Y ambos seguían mirándose de reojo en clases, y siempre que se encontraban.
Pero ninguno se acercaba.
Castiel sentía que debía proteger a Nathaniel de cualquier cosa mala que le ocurriese, ya que sabía que su padre seguía cebándose con él, cuando el rubio intentaba dejar de quererlo, cosa que no conseguía.

Castiel estaba en clases, mirando al rubio sin que éste se diera cuenta. A su lado, Lysandro le hablaba acerca de sus nuevos escritos, pero él no le estaba prestando atención, simplemente asentía con la cabeza cuando paraba de hablar por varios segundos.

-¿Qué ocurre? -preguntó cansado su compañero, quien se encontraba ajeno a todo lo que ocurría entre su mejor amigo y Nathaniel.

Castiel sentía el impulso de contárselo todo y desahogarse con él, pero, ¿para qué, si entre ellos todo había terminado ya?

-Nada, solo estaba distraído -comentó éste, apoyándose sobre su tensa mano, posición que comenzaba a hacérsele común.

Lysandro asintió y se sumió en sus propios pensamientos. Sabía que no era cierto, que algo le ocurría, pero conocía lo suficiente a Castiel cómo para saber que tarde o temprano este se lo contaría.

Y así fue.

Al día siguiente Castiel corrió desesperado hacia su mejor amigo, quien lo miraba como si estuviera esperando que aquello pasara. ¿Quizá era Debrah, que había decidido atormentarle de nuevo? A cualquiera le podría parecer una idea disparatada, pero jamás había visto a Castiel de tal forma desde que Debrah desapareció.

-Castiel -susurró Lysandro mirándolo fijamente a los ojos. Su vista estaba nublosa, algo que le dejó asaz impresionado-, ¿qué está pasando?

Castiel se sentía ridículo dejando ver esta nueva cara de él. Jamás se había sentido tan débil, ni siquiera cuando su ex pareja lo había engañado. Esto era algo mayor, algo que no podía controlar.
El pelirrojo agarró con fuerza el brazo de Lysandro, llevándolo a un sitio donde nadie pudiera verlo.

-Es Nathaniel -habló segundos más tarde, después de haber ordenado sus palabras mentalmente.

Lysandro se tapó la boca, sorprendido, cosa que le pareció de lo más infantil. Castiel ya le había comentado algo, pero simplemente lo había dejado pasar porque no creía que fuera del todo cierto. Luego, oyó algo acerca de que Nathaniel estaba interesado en Castiel, pero descubrió que no había nadie que rumoreaba tal locura. Todo era obra de Castiel, todo lo había inventado él. Y no le había sorprendido; pues uno de los pasatiempos favoritos del pelirrojo era gastar bromas, más que nada a Nathaniel. Ahora sabía realmente por qué se había empeñado tanto en hacerle creer al rubio semejante barbaridad.

-Así que es él...

Castiel asintió, dudoso, para luego comenzar a contarle poco a poco todo lo que había ocurrido los últimos meses. Hablaba con ilusión al recordar esos pequeños detalles que en su día le hicieron sonreír.

-Pero... ¿Qué ha pasado ahora? -cuestionó sin llegar a entender.

-¿No es obvio? -respondió alterado al instante-. Es su estúpido padre, que estuvo a punto de acabar con él. Si no le maltratara, todo sería más fácil.

Si antes estaba sorprendido, ahora no se podía explicar. Los ojos de Lysandro se salían de sus cuencas, repitiendo aquello último en su cabeza. Nadie podría pensar que Nathaniel estaba siendo maltratado.

-Espera, ¿qué? -Lysandro lo tomó del hombro, apretándolo en un intento fallido de relajarse-. ¿Por qué no has informado a la policía?

La idea de aquello congeló a Castiel. ¿Cómo...? Lo primero que querría hacer era proteger a Nathaniel, aunque no lo pareciera. Pero, ¿cómo hacer eso, sin saber lo que podría ocasionar? Luego, frunció el ceño, recordando aquel estúpido error que acababa de cometer. Ahora todo sería peor. Ahora no era el único que sabía sobre aquello. Terrible.

-No, no puedo hacerlo.

-Sí, Castiel -insistió el otro-. Nathaniel no puede seguir así. ¿Cómo se sentirá, el pobre? Nadie se había percatado de que le ocurriera algo, tendría que haberlo dejado destrozado.

Castiel jamás se imaginó que Lysandro en su vida sintiera pena tan grande por Nathaniel, pero eso no importaba en estos momentos.

El pelirrojo gritó al observar a Lysandro levantándose, dispuesto a hablar con Nathaniel:

-¡No!, ¡espera!

Castiel corrió detrás del otro, obligándolo a detenerse.

-Castiel, afróntalo. Es lo correcto.

Lysandro siguió caminando, haciendo caso omiso a las súplicas de su mejor amigo, quien al final optó por acompañarlo, cabizbajo.

Cuando consiguieron localizar a Nathaniel -quien estaba sonriente junto a Toby-, únicamente Lysandro se acercó, pero se detuvo a mitad de camino. Ninguno de los dos notó su presencia, hasta segundos después. Nathaniel abrió la boca para decirle algo a Toby, pero no sale nada al seguirle la mirada. Al rubio le sorprendió que aquellos dos chicos se encontraran parados allí, pero más le sorprendió el hecho de que Castiel no estuviera mirándolo, su vista estaba fija en el agarre de manos de ambos chicos, y luego su mirada se quedó clavada en Toby, quien tampoco le quita la mirada de encima.

El ambiente se vuelve silencioso y tenso, Nathaniel nota cómo Toby aprieta los puños, cosa sorprendente ya que nunca había visto señal agresiva en él.

-¿Podrías dejar que mi... -Castiel se aclaró la garganta-, que Nathaniel y yo hablemos? -terminó la frase, corrigiéndose.

El corazón de Nathaniel se detuvo por unos segundos, tenía curiosidad por saber lo que iba a decir y a a vez le entristecía el hecho de que se corrigiera de forma tan fría. Lysandro miró confuso a su compañero, quien le lanzó una mirada segura, como sabiendo lo que tenía que hacer. Toby se marchó dando pasos duros, despidiéndose de Nathaniel con una sonrisa fingida. Castiel esperó a que Lysandro pillara el mensaje, haciendo lo mismo. Segundos después ambos quedaron a solas.

Nathaniel estuvo a punto de gritarle a Castiel qué demonios quería, pero al parecer el pelirrojo se le adelantó.

-Castiel... ¿qué dem...

-Nathaniel, te quiero.

Liar © (CN #1) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora