CAPÍTULO XX

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Faltaba poco para que el reloj marcará las cinco y media de la tarde, Lauren ya se encontraba en casa, en su habitación. La ojiverde estaba recogiendo todo el desastre que tenía en su habitación y por un momento detuvo su actividad ya que sumergió su mano en la bolsa de sus jeans. Luego de ello inmediatamente frunció el ceño ya que su mano sintió algo. Jauregui se apresuró a sacar lo que encontró en su bolsa y al ver de qué se trataba recordó la escena que Jade le hizo pasar en la biblioteca.

—Es la dirección del lugar en donde se realizarán las carreras. —pensó mientras examinaba el papel en su mano.

Lauren soltó un suspiro largo y comenzó a caminar hacia su ventana, abrió las puertas de estas imaginando que Camila estaría ahí y al encontrarse con el frío de su ausencia su mirada bajó.

—Ir o no ir, esa es la cuestión. —murmuró y de nuevo examinó la dirección que le dio Jade. —Iré...—decidió, ella comenzó a asentir poco a poco como si estuviese dándose ánimos a ella misma.

Antes de retirarse de la ventana Lauren miró hacia el cielo y sonrió al percatarse de algo.

—Hoy habrá una luna llena hermosa. —pensó perdida en la luna.

Y si, la luna ya empezaba a verse, lo cual indicaba que Normani tenía que actuar ya.

.....

El agua caía de la regadera y se deslizaba por el cuerpo desnudo de Normani, esta última parecía perdida en sus pensamientos mientras el agua pasaba por su rostro. El hecho de no saber cómo contarle la verdad a Dinah la estaba matando poco a poco y un sonido cercano provocó que ella saliera de sus pensamientos.

—Dinah...—pensó asustada.

Hamilton se apresuró a tomar su toalla para cubrir su cuerpo y así poder salir a ver a su amada ya que la preocupación la estaba torturando. En cuanto Normani salió de la habitación encontró a Dinah dando la espalda y el corazón de Hamilton tranquilizó.

—¿Ya has terminado? —Hansen cuestionó sin dar la cara. —Tenía ganas de bañarme contigo. —añadió y volteó a ver a su chica de manera seductora.

—Lo siento, cariño, debiste anticiparme. —contestó sonriente y llena de alivio al ver que todo estaba normal en Dinah.

La polinesia sonrió poco a poco con perversión, pues Normani dejó descubierto parte de su cuerpo mientras se secaba con la toalla. Hamilton sabía que su amada la estaba observando y optó por seguir secando su cuerpo mientras Hansen se deleitaba con los glúteos desnudos de su chica.

—Siempre me he preguntado de donde sacaste este dije extraño. —habló la polinesia.

Normani tragó en seco y recordó ese gran detalle, ella no traía puesto su amuleto. Cuando Normani volteó hacia Dinah, esta última tenía el amuleto en su mano y lo observaba con duda.

—Es un regalo de mi Madre. —Hamilton se apresuró a contestar.

Normani dejó de secarse para ir hacia Dinah y así quitarle el amuleto, pero cuando Normani hizo por tomarlo, Dinah lo alejó para jugar un momento con ella.

—Te daré el amuleto si me haces el amor ahora mismo. —expresó la polinesia con seducción.

En cuestión de segundos, Dinah dejó caer poco a poco su cuerpo sobre la cama mientras que Normani se acercaba con lentitud.

—No quiero hacerle daño al bebé. —expresó Hamilton, Dinah jugaba con el amuleto, pasaba este por sus labios para tentar a su chica.

—No seas tontita, la de los dedos largos soy yo. —contestó juguetona.

Before The Dawn (Camren) #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora