El amor entre Lauren y Camila se va fortaleciendo conforme pasan los días, pero ¿Será este amor tan fuerte como para soportar lo que viene?
Una noticia, un nacimiento o una mordida pueden cambiarlo todo....
* Esta es la secuela de Befo...
Amaneció, Ally dormía cómodamente y de repente, entre su sueño, sintió un horrible dolor de cabeza. Poco a poco Hernández comenzó a moverse y al hacerlo sintió que no tenía mucho espacio en la cama, con pesadez Hernández abrió sus ojos y engrandeció estos últimos al descubrir la razón del poco espacio en la cama.
—Mierda...No fue un sueño. —pensó Ally con perplejidad.
Hernández se encontraba en medio de Perrie y Jade, estas últimas dormían profundamente, o al menos eso era lo que parecía. Con cuidado y sigiles, Ally logró salir de la cama, aunque para esto tuvo que tomar la única sabana que cubría a las tres hace unos segundos por lo tanto ahora la desnudes de las jóvenes era muy visible.
—¿Qué hiciste, Allyson? —se preguntó a sí misma.
Ally tomó su ropa y comenzó a cambiarse, en cuanto terminó se asomó a la puerta y antes de tomar la manija volteó a ver hacia la cama. La puerta se abrió con disimules, Ally salió lentamente de la habitación y al cerrar automáticamente los ojos de Perrie se abrieron. A pasos lentos Ally comenzó a alejarse de la habitación y sin que Ally lo notara, a lo lejos se encontraba Troy, observándola nostálgicamente.
.....
Pasaron minutos, después de que Normani llamará a Félix, este último salió de su departamento para ir en búsqueda de la polinesia e incluso realizó llamadas a Louis y Liam para que le ayudaran a buscar por toda la ciudad. Mientras Félix conducía por las calles de Minneapolis su preocupación era notoria, él temía que Dinah fuera a terminar en manos equivocadas o que algo malo le ocurriría a la madre de su hijo.
—¿En dónde rayos estas Dinah Jane? —murmuró desesperado.
El hermano mayor de Lauren conducía con lentitud, mientras el auto avanzaba su olfato estaba actuando y sus ojos claros buscaban con desesperación la silueta de su ex amante. De pronto los ojos de Félix se fijaron en un solo lugar, más bien, en una persona.
—Conozco ese caminar, ese cabello y...—expresaba en voz baja. —Y ese trasero. —añadió mientras sus ojos se dedicaban a observar.
Jauregui aceleró un poco hasta llegar a donde quería e inmediatamente abrió la puerta de su auto y salió un momento.
—¡Dinah! —exclamó.
La polinesia detuvo su caminar para voltear hacia Félix y ante esto Jauregui sonrió con plenitud pues ya no tenía que buscar más, la madre de su hijo estaba a unos metros de él. Luego de ello, Félix le indicó a Dinah que subiera al auto y la polinesia accedió. El equipaje de Dinah fue llevado a la cajuela del auto y después Félix subió a su auto, en cuanto la polinesia se acomodó en el asiento del copiloto su mirada se perdió. Después de minutos, el auto avanzaba y Félix miraba de reojo a la polinesia, esta última permanecía callada, algo raro en ella.
