Capítulo XXI.

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«Y una vez que la tormenta termine, no recordarás cómo lo lograste, cómo sobreviviste

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«Y una vez que la tormenta termine, no recordarás cómo lo lograste, cómo sobreviviste. Ni siquiera estarás seguro si la tormenta ha terminado realmente. Pero una cosa sí es segura. Cuando salgas de esa tormenta, no serás la misma persona que entro en ella. De eso se trata esta tormenta.»

-Haruki Murakami.

Había una vieja historia que decía que una vez existió un hada cuyo nombre era Euphilia, con una sonrisa preciosa en sus labios y un par de alas que la hacían volar a través de todas las tierras. Su trabajo consistía en encantar cada pétalo de rosa que había en el bosque antes de que llegara el invierno, un trabajo duro pero que disfrutaba haciendo ya que involucraba mucho vuelo; volar era una de las cosas que mejor se le daba, y mucha gente la admiraba por la forma en que sus alas siempre se extendían para convertirse en una con el viento, sin embargo, un día la hada se encontró con el mal gusto de las noticias dolorosas y sus alas desaparecieron porque se sentía tan vacía como un árbol infructuoso cubierto de nieve. Nadie supo cuál fue la razón exacta de su caída, pero como dice la historia, incluso las más brillantes sonrisas pueden convertirse en hielo cuando un ojo conoce la sensación de una lágrima triste.

—Ellery Ryans, por favor suba al escenario.

Era el día que iba a hacer una audición para Wicked. Había estado esperando en una habitación llena de gente hasta que le dijeron que podía esperar fuera de la puerta que la llevaría a donde pertenecía, entonces, comenzó a caminar hacia el escenario cuando escuchó su nombre. Como de costumbre, la chica les deseó una buena tarde y se presentó de nuevo antes de decir el título de la canción que iba a cantar, y como cada vez que estaba sobre un escenario, sentí la magia saliendo de sus labios rosados cuando la melodía empezó a llenar el lugar. Una sonrisa apareció en mi cara en el momento en que empezó a cantar con todo su corazón, y antes de que pudiera notarlo, la chica ya estaba saliendo del edificio con todo tipo de sentimientos dentro de su cuerpo alto. No fue su única audición, desde luego, pero ésta tenía algo especial que le susurraba de la misma manera que las estrellas me susurraban a mí, con nada más que palabras de conexión.

—¡Gracias por la bici, Judy! —gritó alegremente la muchacha mientras se sentaba en el asiento y salía del Weston Prince al parque.

La chica le preguntó a su vecina si podía tomar la bicicleta prestada la mañana siguiente; había estado trabajando sin descansar con el teatro, las audiciones y el video musical, así que necesitaba dar un paseo para respirar y ver que había más en la vida que el trabajo. Estaba bien, porque al igual que Euphilia, le gustaba hacer su trabajo, pero no era saludable centrarse sólo en eso.

Una canción sonaba en sus auriculares mientras pedaleaba por la ruta de las bicicletas, sonriendo mientras más observaba la hermosa ciudad en la que vivía y la manera en la que parecía alegre incluso al final del otoño. De pronto, no pudo aguantar la risa que salió de su boca cuando vio un cartel de Les Mis con su cara y la de sus amigos, una publicidad de la noche de aniversario que aún no había sido removida de la pared por motivos desconocidos.

Halcyon.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora