Capítulo XXVI.

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Curiosamente, Luke también estaba en un estado de zombi la mañana siguiente.

—Hijo, ¿puedes conseguir azúcar en la tienda? —preguntó su padre mientras él asistía a la tienda de dulces con una expresión indiferente.

—¿Cómo dices? —Lo miró con sorpresa mientras despedía al último cliente y cerraba la caja registradora—. ¿Tenemos una tienda de dulces y no tenemos azúcar en esta casa? Hablemos de la ironía de la situación.

—No seas así. Tu madre la necesita para el almuerzo.

—Pero estoy trabajando ahora mismo —le contestó Luke.

—Me haré cargo mientras no estás aquí, no te preocupes por eso.

—Está bien, pero también voy a comprar cereales y no puedes detenerme.

—De acuerdo, chico rebelde —le dijo Dennis mientras se echaba a reír con las manos en alto—, lo que digas. Sólo recuerda el paquete de azúcar.

Se fue rápidamente a cambiar el uniforme y cogió un par de auriculares para entretenerse mientras se dirigía a la tienda. Por el momento, no estaba muy interesado en la hermosa vista que ofrecía la ciudad en unas fechas tan alegres, sino que estaba más enfocado en la letra de una canción realmente deprimente sobre un tipo pidiéndole a alguien que se quedara y que no se fuera, con un interesante acento británico y una guitarra sensiblera.

—Sé que tengo que moverme con los tiempos para que seas mía, para que seas mía —cantó el chico no tan bellamente como Ellie pero casi con tanta emoción, tocando la mencionada guitarra de aire mientras caminaba por las calles y algunas personas lo miraban con ojos extrañados.

Sin embargo, la verdadera sorpresa vino cuando Seth Huggins se plantó frente a él y lo obligó a pararse. —¡Mira a quién tenemos aquí!

—Vaya —susurró Luke y se quitó los auriculares—, ¿qué tal te va?

—¿Es en serio? ¿Hablas así de tranquilo conmigo? Pensé que éramos aliados y luego le lastimaste a Ellie y me apuñalaste en la espalda. La única razón por la que no te he dado un puñetazo en la cara es porque tengo clases de piano en unos minutos y no puedo lastimarme las manos en este momento, pero ni siquiera te atrevas a pensar por un segundo que no me estoy muriendo de ganas por hacerlo porque tu cara lo está pidiendo y también mi puño.

—Mira, no es lo que piensas. Todavía somos aliados.

—Entonces, ¿por qué le hiciste daño a mi mejor amiga? —le preguntó el joven actor con los brazos cruzados y la barbilla alzada.

Luke cambió el peso a su pierna izquierda y mordió el interior de su mejilla con un poco de incomodidad. No se sentía a gusto con acercamientos tan directos.

Halcyon.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora