Capítulo XXV.

1.5K 196 43
                                    


Eran las seis de la mañana cuando llegó a Redertown, la ciudad más cercana a Pottery Bane que tenía una estación de tren

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Eran las seis de la mañana cuando llegó a Redertown, la ciudad más cercana a Pottery Bane que tenía una estación de tren. El cielo estaba todavía bastante oscuro y hacía un poco de frío afuera, pero ella agarró sus cosas y salió del tren rojo para respirar el aire fresco del final del otoño mientras caminaba a buscar a su hermano menor.

—Señorita —Mike la saludó por detrás y la abrazó una vez que caminó delante de ella con una pequeña sonrisa—, ¿ha estado esperando mucho tiempo?

—En realidad no, acabo de llegar. ¿Eso es un golpe en tu cara?

Su hermano miró a un lado y se rascó la cabeza, asintiendo un poco incómodo. —Estaba arreglando algo en el granero y me caí.

Ella lo miró unos segundos, sobre todo porque el chico tenía una herida en la nariz y su labio inferior y sonaba muy inverosímil ser sólo eso, pero decidió dejar el asunto y lo abrazó una vez más mientras ellos caminaban hacia la vieja camioneta que estaba conduciendo. Parecía ser uno de esos coches que habían estado con la familia desde siempre y que tenía muchos recuerdos hermosos para compartir, principalmente porque la chica tocó el vehículo como si se estuviera encontrando con un viejo amigo y sonrió con nostalgia.

—¿Todavía no saben qué tiene Jersey? —ella decidió preguntar.

—Un veterinario vino ayer y nos dijo que intentáramos asustarlo para que se levantara, pero mi papá no está muy contento con su respuesta así que llamó a su amigo que vive en Porto Dinn y le dijo que viajaría a primera hora a la granja para chequearlo hoy. Creemos que algo anda mal con su pata.

—¿Se ve tan mal? —Ellie susurró—. Dios, no sé si podré mirarlo.

—No sé qué decirte, hermana, pero sabes lo que mi padre siempre ha dicho sobre un caballo tumbado: nunca es bueno. Sólo nos queda rezar.

—Vale, no hablemos de eso por un momento. ¿Quieres una galleta?

Mike miró la bolsa por un segundo y luego hacia la carretera con una sonrisa de comprensión. —Una bolsa de Clarkson & Cane. ¿Cómo está?

—No tan bien porque estamos teniendo algunos problemitas.

—¿Problemas de pareja? —preguntó el muchacho tan directo como una flecha con una cara divertida. Eso la hizo reír con languidez, sosteniendo su cabeza con la mano que estaba apoyada en el reposabrazos del coche y rascándose la frente con las uñas pintadas de verde.

—Se podría decir que sí —dijo Ellie sin dar a conocer cualquier otra cosa.

—Pero todavía vas a la tienda de su familia, ¿no es así?

—En realidad no, pero su madre me envió esto porque él estaba tratando de disculparse por las cosas que me dijo y probablemente le habría perdonado porque yo tampoco reaccioné de la mejor forma, pero luego rompió el ukulele que mamá me regaló y sigue siendo un tema delicado así que mejor vamos a hablar de otra cosa. ¿Cómo te va en la escuela?

Halcyon.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora