Capítulo XXXII.

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Era enero, cuando su padre miró a las estrellas y bebió una taza de café caliente.

—Cogerás un resfriado si te quedas fuera por más tiempo —ella le dijo, pero se sentó a su lado de todos modos y levantó la vista con una pequeña sonrisa.

Y su papá no pudo dejar de mirar al bonito cielo nocturno, sosteniendo la cálida taza en sus manos y presionando sus labios junto con un millón de pensamientos sin decir. —Siempre he estado más interesado en lo que está pasando entre nosotros que en lo que hay allá arriba, pero aún así, las estrellas me han impresionado desde que tengo uso de razón. No he parado de pensar que es gracioso cómo parecen un desastre completo, pero en realidad tienen algún tipo de sentido, ¿sabes? Al fin y al cabo, las constelaciones siempre se mantienen juntas y permanecen así sin importar el tiempo.

Ellie miró a su padre en silencio y se mordió el labio.

—¿Esa es tu manera de decir que estás triste de que nos vayamos?

—Por supuesto que no —Jeremy bebió un poco más de café y no se atrevió a mirar a su hija, haciéndolo sonar como si estuviera siendo totalmente absurda—, no somos constelaciones, zopenca.

—Bueno, también te voy a extrañar, papá —le dijo con una risita.

—Lo que sea, nadie ha muerto todavía. ¿Ya empacaste tus cosas?

—Acabo de terminar hace unos minutos, pero todo está listo —Ellie le respondió y bostezó un poco—. Me iba a dormir hasta que me di cuenta de que estabas aquí. Está bien dejar la guardia baja y ser emocional a veces, ¿sabes?

Jeremy permaneció en silencio unos segundos, pero pude ver sus ojos llorosos por un momento y él suspiró. —Realmente has crecido, mi pequeña Ellie.

—Todos hemos crecido, papá, incluso tú. Es lo que hace la vida.

—Pues, sé que no soy tan bueno con las palabras como tu madre, en realidad fuiste tú quien heredó esa facilidad que tenía ella de abrir su corazón a las personas y expresar sus sentimientos con las palabras correctas, pero quiero que seas más feliz de lo que alguna vez has sido y si ese tipo Clarkson es una de las principales razones de eso, dile que lo estoy esperando en la granja para ver cuán digno es de mi hija y ver si aprecia la belleza de la quietud sobre esa calamidad ruidosa en la que vive.

Ellie se echó a reír. —¡Cuidado, papá, porque tu hija también vive en esa calamidad ruidosa de la que estás hablando!

—Pero tú eres mi hija, así que por supuesto que aprecias este lugar.

—Lo mismo ocurre con Lydia y a ella no le gusta mucho.

—Pero sé que en secreto le encanta este lugar, y si ese no es el caso, ella es adoptada. —Él sonrió y bebió un poco más de su café.

Halcyon.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora