Capítulo 1

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 —Señor Leechaiyapornkul, esto no puede seguir así—Dijo el señor 'canoso' Kim, como le decía él, por quinta vez en todos esos treinta minutos que llevaban teniendo esa disque charla que más parecía un tutorial de cómo aprender a usar un condón sin romperlo en el intento, cosa que hubiera sido seguramente más interesante que eso.— Por lo que veo en su historial: usted tiene una gran cantidad de llamados de atención por charlar o dormir en horario de clase, además de que el número de asignaturas que tiene reprobadas es realmente alarmante —'Aquí vamos otra vez' pensó a la vez que se alisaba los vaqueros.

Miró al señor Kim un momento, sabiendo perfectamente el sermón que le daría, además de todos esos consejos con respecto a sus 'emociones' y 'falta de interés' a la hora de estudiar. Y es que aún no sabía si el hombre en realidad era muy tonto o no se daba cuenta de que su bajo rendimiento no se debía a un problema de salud o emocional, sino a que ¡No le daba la puta gana y Doyoung no quería pasarle las respuestas! 

'Conejo de mierda, te voy a tirar en la jaula de los leones la próxima vez que te llevemos a rastras al zoológico'

 —Señor Leechaiyapornkul ¿está usted escuchandome?—Por poco pega un salto hasta el techo cuando el hombre levantó la voz claramente molesto con su actitud despreocupada.

 —Disculpe señor Kim, me distraje por un momento ¿podría repetirme lo que dijo?— 'Viejo de mierda ojala se le caiga el pájaro'

 —No me extraña de usted. Le decía que ante está situación me veo en la obligación de notificarle a sus padres su conducta, podrían de paso hablar conmigo y tratar de resolver este inconveniente...  —Sus ojos se abrieron como platos ante la mención de sus progenitores.

Ellos no podían enterarse, mucho menos podían hablar con él. Es que se armaria la tercera guerra mundial si eso pasaba, y el único afectado al por mayor sería él. Prácticamente ya estaba imaginando su muerte, y la de su tarjeta de crédito y sus salidas a la discoteca los fines de semana.

 —¡No! Por favor no los llame. ¡Haré lo que sea!—Gritó al borde de la desesperación. Cualquiera pensaría que estaba siendo algo exagerado, pero es que no sabían el gran cariño que le profesaba a su Black card, sobre todo cuando eran épocas de rebaja y podía comprar lo que quisiera por Internet sin tener que pagar costo de envío. —En serio, haré lo que usted quiera.—'Menos tocarle el rabo, iu! Lo debe tener más flácido que gelatina mal hecha'.

 —Mmm creo que hay una forma de que esto no pase a mayores...  —

 —¿Cual es?—

El señor Kim se había acomodado en su silla giratoria, de modo que pudiera colocar ambos codos en el oscuro vidrio de su escritorio y mirarlo con una sonrisa de lado, de esas que le daba su mamá cuando le iba a encargar hacer algo que no le gustaba. Tragó duro, esperando su condena que llego a través de unas simples palabras.

 —Necesito que te unas a un club—

¿Estaba hablando en serio? ¿Tenia que ingresar a un sucio club lleno de cerebritos como Doyoung que sólo pensaban en cosas relacionadas con matemáticas o cualquier cosa que tuviera que ver con estudiar? Debía estar bromeando. Sin embargo la cara del director le decía que estaba hablando muy en serio, y que de eso dependía su futuro.

 —¿Tengo que si o si entrar en algún club?—Preguntó claramente nervioso jugando con una de las correas de su mochila de Hello Kitty.

 —Si...  —Estaba muerto. Totalmente muerto.— O en todo caso crear uno, pero eso sería pedirle mucho a usted.—Se le iluminó el foco, y no, no hablaba de la luz del techo que el profesor había prendido porque le estaba fallando la vista. Una gran idea surco su mente.

 —Quiero crear mi propio club, señor Kim. Si me lo permite obviamente.—

 —¿Está seguro de eso? Sabe perfectamente que una vez decidido esto no puede volver atrás ¿verdad?—Asintió frenéticamente.

 —Lo voy a hacer!—Dijo decidido.

El mayor lo pensó unos momentos, pero luego saco de uno de sus cajones una cantidad del grosor de un dedo de papeles, que al verlos bien resultaron ser las inscripciones que debería hacerle a sus miembros.

 —Espero ver resultados prósperos señor Leechaiyapornkul. —

🎀

Bueno, ya tenía los papeles y el lugar donde se reunirían, que había resultado ser una de las aulas vacías que antes se utilizaban para hacer proyectos biológicos con animales, o mejor dicho, disecar ranas, ratones y algunos bichos raros. Al menos debía admitir que era amplio, pero le faltaba un poco (mucho) de limpieza y cambiarle el color a las paredes. Sólo esperaba que no quedará ningún esqueleto o cadáver de algún animal, porque ahí si gritaría como niña.

Lo único que le faltaban eran integrantes. Pero ¿quienes podrían ser? ¿y de qué se iba a tratar el club?

En eso vio por los pasillos a un chico de cabello castaño, el cual iba demasiado ocupado mirando su libro de ciencias y pronunciando algunas palabras demasiado alto para su gusto. El muchacho, si no mal recordaba, se llamaba Jungwoo; uno de los nerds de último año con el mejor promedio de toda su clase. Una idea pasó por su cabeza.

 —¡Oye Jungwoo!—Gritó, captando la atención del muchacho que a penas lo vio salió corriendo como si hubiera visto al mismísimo Satán.—Ay, cobarde maleducado...  —gruñó siguiendo su camino.

Tenía literatura en la siguiente hora, eso le alegraba porque podría hecharse una siesta rápida. Pero no porque la materia le resultará aburrida (cosa que sí era verdad) sino porque la profesora Lee había faltado ese día por problemas de salud. Si, estaba mal que estuviera feliz por eso pero que más da.

Entró en el salón y tomó asiento en uno de los bancos que estaban al lado derecho, en donde las ventanas daban hacia el corredor. Como era de costumbre, sus amigos ya se encontraban ahí hablando de quien sabe qué cosa. Se saludaron, y pasados unos minutos les soltó la pregunta, o más bien la orden.

 —Se van a unir a mi club—Dijo sonriendole a todos, quienes lo miraban con unas enormes caras de wtf. —¿Qué? ¿por qué me miran así? ¿acaso olvide depilarme las cejas?

 —No, lo que no entiendo es lo que acabas de decir—Respondió Doyoung guardando sus libros.—¿Cómo que unirnos a tu club?

 —Pues...

 —No, espera, creo que ya lo sé. El director Kim te citó y te obligó a crear uno para no llamar a tus padres ¿verdad?—La mirada de 'komo lo zupo' de Chittaphon era un poema. 

—Al menos no te quitarán tu tarjeta de crédito—Comentó Yuta.—Yo me uniré, sólo porque no quiero estar todo el tiempo metido entre libros.

 —¿Pero no se supone que los clubs están hechos para estudiar? ¿o me estoy confundiendo?—Preguntó Si Cheng con su típica y adorable mueca de duda. Cosa que hizo que tanto él como Yuta no pudieran evitar apretarle los mofletes.

 —Entonces ¿tú qué dices Si Cheng? ¿te uniras?—El aludido sólo pudo asentir dificultosamente ya que sus mejillas seguían siendo aplastadas.—¡Genial! ¿y tú Doyoung? Te nos unes ¿cierto?

 —Si digo que no igual me van a insistir de por vida ¿verdad?—Los tres asintieron con una coordinación increíble. El rubio suspiró pesadamente para luego mirar al grupito que seguía haciéndole caritas de perro atropellado y otros intentos de aegyo para convencerlo. —Está bien, lo haré! Pero sólo porque me preocupa tu rendimiento.

 —Entonces listo, después en el receso le avisamos a Mark. De seguro se unirá —Dijo el japonés.—Pero quiero saber algo ¿de qué tratará el club?

Si bien aún no lo tenía pensado, sin embargo la idea llegó como flash a su cabeza cuando la figura de cierto estafador... digo muchacho, apareció en su campo visual. Taeyong iba pasando por el pasillo en compañía de otro de sus amigos, y estaba tan guapo y sexy como siempre que no pudo evitar quedarsele mirando unos segundos, y porqué no, babear un poco.

 —Creo que ya tengo una idea.—Dijo sonriendo de lado y entrecerrando los ojos, acción que cambió en seguida porque se había quedado ciego por un momento.

Club de pasivas ↪ [NCT]Where stories live. Discover now