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Cuando llegué a casa comí, le di comida a mis perritos y los dejé salir a jugar al jardín. Cuando ya casi era hora de irme los metí de nuevo a la casa y salí hacia la cafetería. Al llegar me dieron mi uniforme y una pequeña placa con mi nombre.

El uniforme consistía en un vestido blanco un poco corto, pero no tanto, con un mandil blanco con rosa. Era muy cómodo y lindo. Até mi cabello en una trenza y me indicaron lo que debía hacer. La tarde transcurrió con normalidad y a la hora de mi descanso Jocelyn, la chica que trabajaba conmigo y con otro chico, me dijo que me sentara con ellos. Entramos a la cocina y nos sentamos en una mesa que estaba allí. El segundo cocinero cocinó algo para todos. Que agradable.

Cuando mi turno terminó me fui a casa, me di una ducha y dormí. Mañana no trabajaría, es lo bueno. Sólo trabajo tres días a la semana: Lunes, Miércoles y Viernes.

***

—Hey, Brook.—me habló Michael. Lo miré.—¿Me puedes ayudar en algo?

—Claro ¿en qué cosa?

—Hola, hola ¿creyeron que se escaparían de nosotros?—llegaron los chicos y se sentaron con nosotros en las gradas.

—Luego te digo. —me dijo.

La hora del almuerzo terminó y cada uno fue a su clase. Cuando mi hora de salida llegó, por suerte, los chicos ya habían salido y se encontraban afuera.

Me acerqué a Michael y ambos nos despedimos de los chicos para irnos a casa.

—¿Y Dalilah? no la he visto.—dije.

—Ha estado con sus amigas.

—Oh...

—¿Ayer trabajaste o comienzas hoy?—preguntó.

—Ayer trabajé.

—Que bien ¿cómo te fue?

—Muy bien, todos son muy amables. Me gusta ese trabajo.—sonreí.

—Me alegra saber eso.—sonrió.—¿Y hoy trabajas?

—No, sólo los Lunes, Miércoles y Viernes.

—¿En serio? Que bien.

—Sí...—reí.

—¿Y cómo es tu horario de trabajo?

—Pues mi turno comienza a las cuatro y termina a las diez de la noche.

—Que agotador ¿al menos tienes descanso?

—Sí, de veinte minutos.—dije.—Hoy estás muy amable ¿pasa algo? —reí mirándolo.

—No...—rió.

—¿Seguro?—entrecerré los ojos.

—Sí..., bueno, quiero que me ayudes en algo.—sonrió y nos detuvimos donde siempre.

—Oh, sí ¿qué cosa?—reí. Lo sabía.

—Hoy iré a tu casa. —me sonrió de nuevo.—Ya sabes...—me guiñó un ojo haciéndome reír.

—Ya, dime.

—Es sobre una chica.—dijo para después girarse e irse con una sonrisa en sus labios.

Mejor no me hubieras dicho, Michael.

¿Una chica? ¿Le gusta una chica? Ay no. Todo se repite otra vez.

Al llegar a casa cerré la puerta de mi casa y dejé caer mi mochila al suelo. Caminé hacia mi habitación y me dejé caer sobre mi cama. Mis perritos llegaron rápidamente y empezaron a lamerme y a jugar con mis manos.

Al menos ellos sí me quieren.

Horas después me desperté por el sonido de la puerta siendo tocada y me levanté perezosamente de la cama. Caminé hacia la puerta y la abrí.

Michael me sonrió y pasó.

—¿Estabas dormida?—me preguntó.

—Sí.—respondí y fui hacia la cocina por un vaso de agua.

—Oh, lo siento.—rió.

—¿Quieres?—le señalé el vaso.

—No, gracias.—negó.

Ambos nos sentamos en el sofá.

—¿Y...?—dije mirándolo. Sus hermosos ojos me miraban. Me encantan.

—Bueno, tengo una cita con una chica y es mi primera cita. Así que no sé qué se supone que debo hacer. —rió.—Parezco un niño.

—¿Es tu primera cita?

—Sí. O, bueno, así lo considero yo.

—Bien, Michael, no debes hacer nada. Sólo llévala a un lindo lugar, no tiene que ser costoso y esas mierdas, sólo lindo y cómodo. Sé tu mismo —me encogí de hombros.

—Bien ¿una cafetería está bien?

—Claro, a menos que sea una chica caprichosa.—reí.

—Pues no sé si lo sea pero no lo creo. El otro día en la cafetería parecía que no era problema para ella.

¡Ha salido con ella antes!

—Pues ese es un buen lugar, o al menos para mí lo es.

—Sí, tal vez la lleve a un lugar así.

—Y no te comportes pervertido con ella.—lo señalé.

—Bien, bien.—rió.

—¿Por qué no le pediste ayuda a los chicos? Son hombres.

—Lo hice, pero cómo tú eres mujer también me gustaría saber tu opinión.—se encogió de hombros.

—Está bien.

—Lo más raro es que Calum me insistió que no tuviera una cita con ella y eso nos hizo pensar a los chicos y a mí que tal vez le gusta ella, pero yo no creo eso del todo.—sonrió.—Se ve que quiere a Emily. Y, luego me dijo que no te lo dijera pero no me quiso decir el motivo. Fue muy raro.

¿Calum trató de evitar que Michael me hiciera sentir mal? Bueno, si es así... Gracias Calum.

Hablamos un poco más hasta que Mike decidió irse.

—Bien, Brook, me voy.—se levantó. Yo también lo hice y lo acompañé a la puerta.

—Adiós, gracias Brooklyn.—dijo una vez que estaba afuera. Le sonreí en respuesta y él se giró para después comenzar a caminar.

—Michael. —lo llamé. Él volteó a verme y metió sus manos a las bolsas de sus jeans.—¿Quién es esa chica?—no pude evitar preguntarlo.

—Es Dakota, la chica que llevó Alex a la cafetería el otro día.

Genial. Gracias Alex.

Crush II » Calum HoodDonde viven las historias. Descúbrelo ahora