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Escondí mi rostro en el cuello de Michael y acaricié su pecho. Dejé un pequeño beso en su cuello y después uno en su hombro. Michael se me apretó contra su cuerpo y levanté la cabeza para mirarlo. Él me miró y sonrió.

Se acercó a mí y me dio un beso. Se separó de mí y acarició mi mejilla.

—Eres hermosa, Brook.—me dijo haciéndome sonrojar.

—Gracias.—reí nerviosa.

Michael rió y me besó. Lentamente se fue poniendo entre mis piernas mientras me besaba. Pasé mis manos por su espalda y acaricié allí. Michael bajó sus besos hasta mi mandíbula, cuello y clavícula. Volvió a subir y me besó en los labios. Sus manos se metieron debajo de mi blusa y comenzó a jugar con el botón de mis jeans. Se frotó un poco contra mí y abrió más mis piernas.

—Michael...—lo llamé.

—¿Si?—se separó y me miró.

—¿No crees que estamos yendo muy rápido? —pregunté. Michael frunció el ceño y negó.

—No.—negó.—Pero si no te sientes cómoda, está bien. Puedo esperar.—sonrió.

Sonreí y asentí.

—Es que creo que estamos yendo rápido.

—Brook, nos conocemos desde hace tiempo, casi cumplimos cinco meses de noviazgo y nos conocemos perfectamente bien. Para mí no estamos yendo rápido. —rió.—Pero cómo ya dije, si tú no estás cómoda puedo esperar. Tampoco me voy a morir.

Reí.

—Te amo.—le dije.

—Yo más. —me dio un corto beso y se quitó de encima mío.

—¿Quieres ir al parque?—le pregunté.

—¿Al parque? —asentí.—¿A qué?

—A pasear a mis perros.

—Bien, vamos.—se levantó e hice lo mismo.

***

Michael llevaba a Missy y Boony, y yo llevaba a Rocky. Los tres estaban muy emocionados.

Michael y yo compramos helados y nos sentamos en una banca. Mis perritos nos miraban y brincaban para que les diéramos.

—Les iré a comprar helados.—me levanté.

Les compré un cono con helado a cada uno y al llegar se los di. Michael se rió de mí.

—¿Qué?

—Nada.—me sonrió.

Les quité las correas a mis perros y fueron a jugar. Michael y yo hablamos hasta que vi cómo Rocky se acercaba a un perro.

¿Va a pelear?

Abrí mis ojos aún más cuando vi que ese perro resultó ser mujer.

—Ay no.

—¿Qué pasa?—preguntó Mike. Le señalé a mi perro.—¿Qué tiene?

—Rocky ha estado un poco...—reí sin saber qué decir.

—¿Caliente?—rió.

—Sí.—dije sin dejar de ver a mi perro hormonado.

Michael soltó una carcajada.

Crush II » Calum HoodDonde viven las historias. Descúbrelo ahora