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Salí de mi casa y comencé a caminar hacia la Universidad y se me ocurrió la idea de llegar a la casa de Michael. Iba temprano y Michael casi siempre llega unos minutos antes de que la campana suene así que creo que aún está en casa.

Al llegar toqué la puerta dos veces y su mamá me abrió la puerta.

—Brooklyn, hola. Pasa.—se hizo a un lado dejándome pasar. Cuando lo hice cerró la puerta y me sonrió.

—Buenos días. —le dije.

—Buenos días ¿vienes por Michael?

—Sí...

—Pues aún no despierta. No quiere hacerlo. —rió y yo también. —Ve a despertarlo.—me dijo y me señaló las escaleras para después irse a la cocina.

Subí las escaleras y caminé hacia la habitación de Michael. Toqué la puerta pero nadie respondió así que la abrí lentamente haciendo que pudiera ver a Michael dormido. Sonreí y cerré la puerta despacio una vez que entré.

Corrí hacia la cama y me tiré sobre él haciendo que se quejara y me empujara hacia un lado pero no pudo quitarme de encima suyo.

—Dalilah, déjame dormir.—murmuró aún con los ojos cerrados.

—Ay, lo siento hermanito pero debes ir a la universidad o si no llegarás tarde.—dije y él sonrió sin abrir sus ojos.

—No quiero ir.—dijo y abrió los ojos y me miró.

—Vas a ir.—le dije y me levanté, tomé su mano y lo jalé pero no pude hacer que se levantara.

—No.

—Sí, vamos. Vamos a llegar tarde.—tomé la cobija para retirarla de su cuerpo.

—Yo no haría eso si fuera tú.—habló. Lo volteé a ver y tenía sus brazos detrás de su cabeza y me miraba.

Me aparté. —¿Estás desnudo?—pregunté y arrugué la nariz.

Michael rió y me guiñó un ojo. Su cabello estaba despeinado y sus ojos adormilados. Hermoso.

—Asqueroso.—dije y él volvió a reír.

Se sentó en la cama y retiró las cobijas pero rápidamente cubrí mis ojos y me senté en la cama.

—No estoy desnudo.—rió y retiré mis manos viendo que lo que decía era cierto.

—Jamás entenderé porque a los hombres les gusta dormir en ropa interior. —dije mientras él tomaba su uniforme y se colocaba el pantalón.

—Y yo jamás entenderé porque a algunas chicas no les gusta hacerlo.—dijo abrochando el botón del pantalón. Se quitó su camiseta tomó la del uniforme y se la puso.

—Apresurate, llegaremos tarde. —él comenzó a abotonar los botones de su camisa blanca.

—Ya voy.—se quejó. Tomó su corbata y se la puso.

—¿Cómo sabes ponerla?—le pregunté.

—Mi mamá me enseñó. Se cansó de ponérmela todas las mañanas así que me enseñó. —reí y asentí.

—Yo no sé hacerlo.

—Luego te enseño. —comenzó a ponerse sus zapatos.

Saqué mi celular de mi mochila y miré la hora.

—Vamos a llegar tarde si no te apuras.—bufé.

—¡Ya voy!—gruñó.

—Tardas demasiado. —dije viendo cómo acomodaba su rojo cabello.

Crush II » Calum HoodDonde viven las historias. Descúbrelo ahora