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|CAPÍTULO TRECE; ORIGINAL|

Sus ojos se posaron en un hombre apuesto que estaba parado frente a Mayra. Era muy atractivo, Mayra no pudo evitar mirarlo descaradamente. Vestía un traje negro muy elegante y formal, sus hombros eran grandes y anchos se notaba que estaba en forma. Era alto con cabello castaño acompañados de unos misteriosos ojos marrones oscuros que adornaban su rostro. Se veía que era un hombre impecable. 

Una sonrisa se dibujó en los labios del hombre. Mayra seguía estática sin emitir ninguna palabra podía jurar que estaba babeando.

—Señorita Martin—su voz llegó a los oídos de Mayra haciéndola estremecer, una acento británico acompañado de su voz grave era la combinación perfecta.

Mayra volvió a endurecer su rostro cuando él se le acercó más.

—Es un gusto conocerla—se dirigió cortésmente.

No lo iba a negar, su madre tenía razón, era encantador. Pero eso no quería decir que no seguía furiosa con el tipo.

—No puedo decir lo mismo—se cruzó de brazos.

A Mayra ya le valía si el original trataría de matarla

—Lamento lo ocurrido—comentó—. Pero necesitaba hablar con usted—su voz sonó un poco desesperada.

—¡¿Mayra por qué no lo invitas a pasar?! —gritó su madre desde la casa.

—Puedes pasar.

Mayra soltó un gruñido y se hizo a un lado para que él original pueda entrar adentro. Una vez dentro, el original tomo la muñeca de Mayra y depositó un beso sobre ésta, mientras la miraba a los ojos.

—Soy Elijah—se presentó con una sonrisa.

—Ya lo sé—dijo indiferente, soltó su mano y se alejó de él.

Lo que Elijah realizó dejó muy sorprendida a Mayra.

[•••]

En la mesa su madre se encontraba en un extremo, Mayra se sentó a lo largo de ésta y Elijah estaba enfrente. Un plato con lasaña muy sabrosa estaba frente a sus ojos, a su lado diferentes tipos de cubiertos de plata acompañado con una copa muy fina que contenía vino de uvas.

—Lamento molestarte, tu madre me ha dicho que estas en California—se disculpó mientras se limpiaba los labios con una servilleta—. Pero tú madre me había insistido que tu podrías venir—le dedicó una sonrisa a su madre.

—Sólo quiero que me diga para qué me necesita—su voz sonó duramente, mantenía la vista alta en los ojos oscuros de Elijah.

Él la quería intimidar pero no lo iba a lograr.

—Necesito que me hagas un favor—se inclinó sobre la mesa con las manos apoyadas.