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|CAPÍTULO CUARENTA Y DOS; REUNIÓN FAMILIAR|

— Es decepcionante, pero aceptable  — comenta refiriéndose al lugar, la mujer adulta pelirroja se sienta frente al híbrido con una mirada profunda.

Niklaus Mikaelson el gran híbrido estaba frente a Kate Martin. El semblante de Klaus estaba duro, sus ojos verdes emitían terror y crueldad profunda. Ambas manos juntas cerradas sobre la gran mesada brillante del Grill, su mandíbula apretada fuertemente y una mirada perdida entre el lugar.

La deseperación e impaciencia de Klaus citó a la madre de Mayra, para hablar sobre ella. Luego de que ella saliera a tomar unos tragos, no había vuelto a la residencia. Intentó llamarla, ordenó a sus híbrido buscarla por cada parte del pueblo pero nada. No encontraba ni un maldito rastro, era como si la hubieran desaparecido del mapa en unos segundos. Eso lo ponía nervioso y tan borde.

Con la espalda firme y derecha le echó una mirada intimidante a la mujer.

— ¿Dónde está Mayra? — atacó con frialdad y sequedad en su voz.

Kate alzó una ceja con el rostro serio.

— ¿Crees que yo lo sé? — apoya sus codos en la mesada —. Vine aquí para encontrarla y llevarla lejos de tu familia — escupe las palabras sin importarle —. Todo lo que su familia toca lo destruyen y no pienso arriesgar a mi hija — cada palabra que suelta lo dice pausadamente dejando todo en claro.

Klaus la examina sin decir ninguna palabra.

— No tienes por qué insultar a mi familia — golpea sus dedos contra la mesada, poniendo un poco nerviosa a Kate pero que no lo demuestra.

— ¡Quiero que me devuelvas a Mayra! — exige incorporándose alzando la voz.

— No la tengo, sí la tuviera no te llamaría— se sorprende por la tranquilidad de su voz.

— ¡La quiero ya! — vuelve a exigir inclinando su cuerpo al frente.

—¡No la tengo!— ahora es Klaus quien grita saltando de la silla —. ¡Y me preocupa, la última vez que desapareció su primo la torturó! ¡No sabes las ganas que tengo de matar a ese hijo de puta!— al terminar de hablar, unas venas le saltaban en el cuello. El rostro de Kate es indescifrable.

—¿Aaron?— pregunta desconcertada sin poder creérselo —. El no tocaría ningún pelo a Mayra, en cambio la protegería—vuelve a sentarse más calmada pero aún sin entender.

— Digamos que Mayra está un poco diferente — levanta las cejas jugando con la punta de la copa frente a él y sin poder evitarlo una pequeña sonrisa se forma en la comisura del cobrizo.

— Juro que te mataré si le hiciste algo
—escupe sin filtro alguno.

—Oh, no querida — negó con la cabeza levantando sus brazos —. Solo la empujé a ser ella misma— una sonrisa socarrona se posa en sus labios. Los ojos de éste analizaban cada reacción de la mujer frente a él.