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| CAPÍTULO DIECINUEVE; JULES|

—¡Ahg!—gruño y bufó abrumada la pelirroja. Trataba de tapar la marca con maquillaje pero era imposible. Nadie más se tragaría el cuento de la bufanda.

Empezó a probar con todos los productos posibles, hasta con pintura. Pero la vida la odiaba que causaba que el maquillaje desapareciera mágicamente. Frustradisima porque había perdido dos horas, tiro todos los elementos de la mesa al suelo, causando que rodarán y se rompieran todos. Se tomó de los cabellos y empezó a caminar hacía su guardarropa, observó unos segundos que ponerse. Optó por una camiseta de la NBA, una campera deportiva que cubría la mayor parte de su marca y sus leggins deportivos acompañado de sus zapatillas.

Bajó las escaleras de su casa y agarró las llaves de su Ducati y partió hacía "Club de Apoyo Barbacoa" que se ubicaba en la secundaria, donde se encontraría Tyler.

Luego de lo ocurrido con Tyler, no habían podido hablar. Caroline se había asegurado de que Tyler se encontrara bien luego de irse al terminar de ayudarlo, y se lo había agradecido mucho a la rubia.

A Stefan no lo había visto, pero sabía que había salido de la tumba y eso la tranquilizaba. Damon, hacía su vida, de él Mayra no hablaría. Ya tenía el tablero armado para el destino de Damon.

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Muchas personas por todas partes, Mayra se había olvidado de como se sentía convivir en la comunidad. Personas sonriendo y charlando, ayudando a los demás, armando mesas y decorando. Mayra sonrió cuando encontró a Caroline junto a Tyler con la mirada, se acercó a ambos sonriente. A su vez, observaba por todo el lugar para encontrar a alguien sospechoso. Tyler se encontraba vestido con el equipo de fútbol americano.

—Se te hará fácil, vas a mejorar, vas a controrarlo y no te dolerá tanto—escuchó hablar a Caroline.

—No sabemos que eso suceda—dudo Tyler de lo que decía Caroline.

—No, pasos pequeños Tyler—hablo Mayra por primera vez, colocando sus brazos alrededor de ambos—. ¿Cómo están chicos?—la pelirroja habló cariñosa.

—Mayra, bien supongo—la abrazó Tyler. La pelirroja se sorprendió—. Gracias, otra vez—la apretó más, Mayra no podía respirar. Caroline lo había notado y solo se dispuso a reirse.

—Tyler no respiro—dijo con el poco aire que le quedaba—. Tranquilo hombre—le pegó en la costilla. La rubia seguía riéndose y al final todos rieron.

—¿Por qué de tan buen humor?—preguntó Caroline interesada.

—Deberías haberme visto en la mañana, quería romper todo—agregó riéndose.