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|CAPÍTULO CUARENTA Y TRÉS; FAMILIA MIKAELSON|

Tomó una funda que rodeó en su pierna y colocó allí sus cuchillas, se arrojó un vestido grisáceo brilloso, si no hubiera estado en esta situación estaría emocionada de vestirse con el. La cabeza le daba vueltas y le dolía todo el cuerpo, lo único que la mantenía en pie era Klaus. Era su ancla, siempre lo fue en momentos críticos aunque no quisiera admitirlo. Lo vería en la fiesta y estaba ansiosa por sentir los fuertes brazos de Klaus rodearla por completo y escuchar su sensual y marcado acento diciéndole; "Eres mía amor y nunca nadie logrará separarme de ti "

La voz fría de Aaron la había sacado de sus pensamientos, ni siquiera se había dado cuenta que tenía agarrado con fuerza un cuchillo en frente del espejo. Se limitó a admirar su figura a través del cristal y voltear con agilidad para lanzar la cuchilla en dirección a la cabeza del cazador. Aaron la esquiva con destreza haciéndola soltar un gruñido molesto por haber fallado. La cuchilla se había enterrado con fuerza en una de las maderas del umbral de la puerta, clavando casi la mitad de ésta.

— Comienza a caminar, llegamos tarde — ordena con autoridad agarrando su antebrazo y guiando a las escaleras.

Aaron sostiene con más fuerza su antebrazo causando más presión en su piel, pero el orgullo de Mayra se mantiene escondido debajo de una sonrisa siniestra, darle el gusto sería lo último que haría. La situación había cambiado repentinamente, anoche estaba siendo torturada y estaba planeando miles de maneras psicótica de cómo matar a las personas que se hacen llamar familia, destruida y con heridas profundas dándose más dolor así misma rompiéndose algunos huesos. Pero ahora, participaría de un banquete formal con una apariencia de princesa vistiendo vestido y joyería caras, cargada de maquillaje para cubrir algunas marcas y cicatrices de su cuerpo, él vestido le favorecía porque no mostraba tanta piel y por ende sus heridas.

Las voces de Kate y Clark la habían sacado de su concentración.

— No entiendo el cambio repentino de humor que tuvieron — suelta las palabras con dureza, sospechando.

— Los Mikaelson estarán encantados de conocerte — dice con suavidad irreconocible Kate —. Además, Niklaus ha estado muy preocupado por ti.

Una sonrisa se ensancha en los labios de la pelirroja, él no le fallaba estuvo equivocada en pensar que no le sería fiel a ella.

— Bueno. ¿qué estamos esperando?. Andando — dice con una estúpida sonrisa en la cara y sus pies se dirigen hacia la salida emitiendo sonidos estrictos. No llega a oír nada respecto a los adultos y se siente aliviada por un instante.

Reconoció su residencia y esbozó una sonrisa ladina al ver un auto lujoso esperarla en el pavimento de la avenida, tenía que lo había enviado Klaus a por ella. Aaron abrió la puerta caballeroso y le entraron ganas de soltar una ruidosa carcajada, ansiaba partirle la perfecta cara. Con los nervios de punta se deslizó por el asiento trasero y espero a que él repita la acción. El pelinegro la miró con incertidumbre y la quijada apretada cerró de nuevo la puerta, sin montarse al auto.