capitulo #38

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Narrador onmicente

El 31 de julio ambos jovenes llegaban al departamento empapados, días antes todos los los noticieros anunciaron que una gran tormerta pasaría por el país. Los dos jovenes fueron directo a la cocina donde dejaron varias bolsas con comida, no era buena idea arriesgarse a ir comprar durante la tormenta por lo que -aunque la tormenta había comenzado- decidieron ir antes de que todo empeorara.

-sigo creyendo que Baloo está enfermo, duerme demaciado- dijo Natasha con la voz temblorosa por el frio.

-creeme, solo es un vago - alegó Stephen- te dará un resfriado, ve a cambiarte.

-tú también.

-yo lo haré en el otro baño - habló- luego haremos el pastel.

-Claro.

La chica fue hacia la recamara principal donde se cambió la ropa mojada a una seca, luego, fue a la cocina para entrar los alimentos al refrigerador. Al terminar volvió a la recamara para buscar un libro, se recostó en la ordenada cama y se dispuso a leer, no pasaron 5 segundos cuando sintió como su pareja se recostaba a su lado.

-¿que lees? - preguntó Stephen.

- poesía - respondió sin despegar la mirada del libro.

El joven se dispuso a contemplarla mientras leía, deseando por un segundo tocar su piel.
Él era prácticamente un adulto, y como en toda relación estable sentía atracción hacía su pareja.

-¿que tanto miras?- preguntó tras cerrar el libro.

- ¿no puedo darme el lujo de mirarte?- sonrió el joven, acción repetida por la chica- ¿tienes hambre?

-no ¿y tú? ¿Los esteroides te han arruinado el apetito?-bromeó la chica. Stephen se incorporó y comenzó a hacerle cosquillas.

-¡retractate!

-¡no!- dijo entre risas.

-hazlo- ordenó Stephen .

-¡que no!¡me...me harás vomitar...para! - rió.

El joven se detuvo, aunque no logró lo que esperaba sonrió, si, derrotado pero feliz, no pudo hacer mas que acariciar tiernamente sus labios.
Sus manos pasaron a dibujar circulos en el cuello de ella, se separó por un momento , solo para comtemplarla nuevamente. Hermosa. Volvió juntar los labios de ambos, tan grácil y tiernamente como si el tiempo no pasase, como si las responsabilidades no existiesen y si las necesidades tan basicas como respirar no existiesen. un instinto primitivo crecía en ellos, tan viejo como la tierra y sus estaciones, ese instinto les impedia separarse, porque las caricias eran tan dulces y llenas de pasión que era un crimen culminarlas.

La mano del joven se coló por su blusa, impartiendo caricias y suspiros. Él, sin darse cuenta, se había colocado encima de ella, mientras, la joven extaciada estaba perdida el un mundo de ardor y calor, se le era imposible razonar. De un momento al otro Stephen se separó y se levantó de la cama bajo la atenta mirada de la joven, la que al ver como Stephen de despojaba del sueter,se levantó y como si de una estrella fugaz se tratara se acercó al chico y rodeó su cuello con sus finos brazos, de puntillas unió sus labios con los de él explorando sensaciones fascinates.

El sonido de la lluvia se escuchaba en la lejanía, suave, fresca y confortante. En la plena tranquilidad que brindaba su departamento ella con profunda respiración acarició libremente los anchos y tatuados hombros, mientras, las fuertes manos subían por los costados de la joven, despojandola también del suter.
sus manos se deslizaron del cuello a uno de los suaves hombros que estaba al descubierto, la acarició y besó allí, saboreando la exquisita suavidad de la zona. Se detuvo un momento para mirarla con figeza a los ojos.

-¿sabes lo que estamos haciendo, verdad?- preguntó con la voz profunda y clara.

- Lo sé - el pudor vino como un valde de agua fria hacia la chica, provocando que bajara la mirada avergonzada, haciendo que sus mejillas se tornaran rosadas, provocando ternura en el chico.

- mirame - Stephen tomó ligeramente el mentón de la chica y la hizo mirarlo.

-si, está bien - respondió esta vez evitando que su voz se tornara tremula. Stephen sonrió y le besó la frente.

El joven continuó con sus caricias . Ella aun temblaba, eran sensaciones nuevas, cada vez que sentía aquellas manos tocar su piel sentía escalofríos y las piernas le temblaban, pero a cada preocupación que Stephen precentaba ella aseguraba estar bien. Las manos de Stephen se dirigieron al cierre de la vermuda de Natasha e hizo que esta callera al suelo.

La chica en ningún momento de la relación se había imaginado en encontrarse en aquel lugar, al principio quería mantener la idea firme de que Stephen no sería su novio para siempre y que algún día tendrían que terminar, no obstante, ahora dudaba de todo menos aquello.

Le acarició con inmenso deseo, arrastrando sus fuertes manos lentamente por curvas que le enloquecian, sintiendo bajo sus manos las formas del cuerpo hermoso y tremulo, todo sin dejar de besar los labios de Natasha. Ella, con un poco de desesperación desabrochó los vaqueros del chico, estos al ser algo flojos cayeron al suelo facilitandoles el trabajo.

-¿que pasó con los ositos? -le dijo al oido al ver la ausencia de aquella característica ropa interior.

La chica sumergida en el calido tacto se le fue imposible responder. Stephen la estrechó con determinación en su cuerpo .la ajustó mas a él, apretó sus caderas respirando intensamente, para que sintiera su pasión.
Natasha los sujetó fuertemente y cerró los ojos perdiendo el aliento, al sentir todo su cuerpo y sus sentidos, tan francamente tan intensamente.

Sintió como las manos del chico se dirigían a su espalda donde desabrochó el blanco e inmaculado sostén, su mirada recorrió su cuerpo.

-Stephen.

-¿Sí?

-Quiero gustarte.

La casa estaba sola, y había una tormenta afuera. También sentimientos se profesaban en aquel lugar, la tarde fue testigo de aquella pareja de amantes que contra todo pronóstico disfrutaron de aquel momento para nada planeado.

Eooooooo

¡ay Dios meoh!

¡Y el capitulo mas ansiado de la novela ha llegado!

Lo lamento, soy bastante mala con lo explícito . No me gusta escribirlas y procuraré no volver a leer esto , pues si lo hago terminaré borrándolo por la vergüenza.

nada es lo que parece [Stephen James]Where stories live. Discover now