8. Ardo

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"¿Mi lugar favorito?... Entre tus piernas"

Chris

—No voy a dejarte, bonita... Aunque no quieras escucharme, hay una razón más allá de todo. Confía en mí, creeme... por favor creeme. —Dice contra mis labios.

Bonita, dijo Bonita

Mi alma empieza a sentir una especie de transición tormentosa entre el deseo, la calentura y los recuerdos. Jadeo incongruente conmigo mismo, porque mi razón me dice ¡Para! Pero mi instinto sigue incendiándose con su boca.

Toma mi labio inferior, lo chupa y abre sus ojos mientras se hunde por completo en mí. Todo de él llena mi interior, desde el inicio hasta el fondo de mis entrañas. Se queda quieto mientras vuelve a devorarme con su gran lengua y yo solo pienso en blanco cuando empieza a poseerme. Abre mis piernas, las enrolla en su cintura y me hinca por completo.

Joder.

Santa mierda.

Me escurro en su piel y luego me sujeto de su cuello para no caerme. Alza mis nalgas hacia arriba estirándome para caer nuevamente en su miembro. Lo hace una y otra vez... me está volviendo loca y yo estoy siendo muy paciente.

Quiero toda su maldita rudeza ahora.

—¿Qué esperas? —Jadeo en su oreja y la muerdo porque sé que le gusta.

Automáticamente se activa de manera más tortuosa y pronto me veo rebotando en él. Se hunde, sale de mí, se hunde, sale de mí de nuevo... y  vuelve a hacerlo. Estoy al límite. Me invade rápidamente y aumenta su ritmo cada vez que quiere.

—Mírame. —Ordena. Por alguna razón abro los ojos— Acepta el maldito trato. —Dice entre respiros.

—Muevete —Respondo casi ida, ¿Estamos cogiendo y viene a decirme eso?

—Acepta. —Ríe entre jadeos.

Pero no digo más. Y tampoco puede parar. Vuelve a moverse como loco, como si el mundo dependiera en dos segundos de ello, y no me suelta. Me duelen los muslos, mis piernas están contraídas en él y no deja de chocar. Está haciéndolo de nuevo... tomándome... Me gusta, me encanta, me vuelve tan oscura que ahora mismo deseo morder... lo pero hay algo que he aprendido en este tiempo y que no dejaré nunca más: Mi propio placer es primero.

En dos segundos estoy en la cama de Brando sin darme cuenta. Mi espalda choca contra la cama y solo lo veo hundirse una vez más en mí. Me toma como quiere, abre mis piernas y se vuelve una metralleta. Choca fuerte, rebota en mi y siento que me da un latigazo con su miembro caliente. Jadeo, tuerzo los ojos y abro la boca mordiéndome el labio. No puedo dejar de hacerlo, me encanta... él sabe, sabe... sabe cómo me gusta en todos los sentidos y formas, luego presiona contra mi boca sus labios para bajar con su lengua hasta uno de mis senos... Muerde mi pezón y lo levanta hacia arriba hundiéndose de nuevo. Empuja fuerte hacia mi y solo lo disfruto, pero ahora es mi turno así que me volteo subiéndome en su encima

—Yo mando. —Digo con el pelo alborotado.

Me muevo cabalgando contra él mientras lo veo sorprendido. Jadea y me toma de la cintura presionando mis nalgas hacia abajo. Doy pequeños círculos. Lo hago como quiero, como sé que me llevará al límite rápido y me encanta, me fascina, me emperra.

Salto gritando, él grita.

Estoy dándome el placer que merezco y pronto me ayuda levantando mis caderas para soltaras y hundirme hasta el más exquisito fondo de mis ser. Me muevo rápido, tomando el control de todo, y solo lo escucho dar pequeños gritos al unísono de mi boca. Salto, vuelvo a hundirme. Y siempre es profundo, más profundo, más y más.... y más profundo.

Corazón de Hielo ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora