40. Mamá

46.9K 3.2K 625
                                    







Dulce

Parpadeo intentando comprenderlo, pero no puedo. Mi mirada se oscurece cuando descubre que realmente es sincero, entonces me tenso... Aún le cuesta aceptarlo, aún le duele que no pueda ser madre y me cuesta tener que lidiar con él nuevamente.

Cuando se enteró fue un cobarde, escapó lejos para según él pensar mientras yo estaba con el corazón herido. Mamá y Macarena fueron mis ángeles, pero cuando más lo necesité nunca estuvo... y creo que eso le ha afectado. No sabe lo que está diciendo. No puedo ser madre aunque quiera con toda mi alma serlo.

—La doctora fue clara, Christopher. No quiero intentar algo que no tiene solución.

—Si sigues con esa actitud...

—Lo dices porque tú no eres el del problema —Digo sincera— No quiero que me vuelvan a romper el corazón. No podría soportarlo. No ahora...

Su silencio lo dice todo... Está decepcionado. Puedo ver una sombra de tristeza en sus ojos, quizá desesperación, sé cuánto amaría ser padre.

—Lo siento, Dul... —Murmulla— Soy un idiota.

—Lo siento yo... por no poder darte hijos. —Confieso suspirando— Pero es nuestra realidad.

—No es tu culpa, cielo... Ven aquí —Me abraza aturdido y yo solo pego mi rostro en su pecho. Huele a malditas rosas... y me embargo en su perfume sosteniendo mis manos enrolladas en sus hombros, ladeando mi cabeza para sentir su piel, quedándome suspendida en el silencio, tiempo, espacio... Él es mi mejor universo.

—Lo siento... —Mi voz es un hilo, ¿Cuántas veces le dije esa palabra en el pasado? Me sentía tan culpable por no haber cumplido sus sueños.

—Está bien, vamos a dormir ¿Si? Es tarde y mañana hay mucho qué hacer.

Asiento aún triste y estas ganas de quitarme lo pegajoso del tema me abruman. Entro al baño, me aseo, peino mi cabello y me miro al espejo. Eres más fuerte que cualquier útero, Dulce... La más fuerte.

Suspiro, se me congela el aliento. Conociéndolo sé que ha huido, quizá a pensar... es lo que siempre hace cuando no puede enfrentar algo doloroso pero no me puedo quejar, ¿Qué voy a decirle? ¿Que me duele todavía? Sí pero hay que aprender a vivir con ello. Al menos tendré tiempo para dormir y no verle la cara... Me siento incómoda cuando tocamos el tema, y más aún por lo del niño. Arreglo mi bata y salgo con cuidado del baño, entonces me quedo en silencio...

Está ahí sonriéndome como si nada hubiera pasado.

Mi sorpresa es obvia, pero finjo que no pasa nada. Me siento a su lado, tira de mi brazo y pronto estoy en su cuerpo sintiendo escalofríos.

—¿Qué pasó, cielo? Demostraste...

—¿Ya no puede una estar a solas en el baño? —Pregunto.

—Claro que sí, pero conociendo esta hermosa cabecita... no quiero que piense cosas que no son ciertas. Yo te amo, te acepto, te apoyo... No voy a forzarte, Dul.

—Gracias —Solo digo— Quiero dormir.

La frialdad que me caracteriza vuelve a salir como sentido de defensa, así que me doy vuelta. Él suspira, me da un minuto y pronto siento sus manos acariciando mis brazos. Susurra palabras pegajosas en mi oído y empiezo a experimentar una corriente eléctrica recorrer por mi zona íntima, ¿Esto es una broma? Estoy jodidamente programada para él y me estresa.

—No hagas eso... —Me volteo— Vamos a terminar mal...

—¿Mal? —Me abraza— Yo diría que soy pleno entre sus piernas. —Suelta una risa y entrelaza una pierna entre la mía.

Corazón de Hielo ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora