61. Mi estrella

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"Ella es una tormenta rodeada de avioncitos de papel" D.S


           

Dulce

Se lo dije y siento que un peso se me ha ido de encima.

Sus ojos parpadean con incredulidad, tal y como lo esperaba. Me veo a mí misma en el reflejo de sus ojos y mi voz se esconde porque sinceramente no sé qué más decirle. No soy buena consolando personas y tampoco muy cariñosa como para hacerlo, pero lo siento... realmente lo siento por él y por todo lo que está pasándole. No ha sido fácil perder a su madre y ahora se entera de esto.

—Eso es estúpido —Solo dice mientras se eriza.

—Es la verdad, Chris. —Intento acercarme, pero se aleja. Mierda... ¿Por qué lo hice? Odio que me rechacen, pero entiendo su enojo.

—¡No! ¡No es cierto! —Sigue alejándose mientras me señala con el dedo—. Estás inventando todo esto.

Cierro mis ojos y me digo a mí misma que debo tener paciencia, pero no la tengo.

—Aunque no quieras aceptarlo es así.

—Es imposible. —Insiste.

—Tu madre dejó una carta, bueno... dos. Hay algo que debes de saber... —Exhalo y pronto jalo la caja que dejé en la cocina con las cosas de Macarena bajo la mirada incesante de Christopher.

—¿Qué haces? —Se irrita, pero luego calla al verme sacar unas fotografías y dos cartas.

—Tu madre las guardaba detrás de este recuadro. Una de ellas la leí, pero con la otra no pude porque... dice tu nombre. —Se las entrego— Quizá ahí encuentres las respuestas que estabas buscando. No ha sido fácil esconderte esto, patancito. Yo... solo quería que te olvidaras de todo pronto, pero las cosas terminaron de otra manera.

Abre la carta con los dedos temblando y mi curiosidad pica, pero me contengo. Sus labios empiezan a leer suavemente y, mientras lo hace, puedo notar sus ojos expandiéndose poco a poco. Traga saliva, pega los labios, tensa la mandíbula... Toda una pesadilla pasa por sus ojos y no puedo saber de qué se trata. Mi alma deambula en su silencio hasta que arruga la carta y mantiene con fuerza su puño.

¿Qué diablos pasó?

Jadea y cae al sofá mientras llora con amargura. Lo miro en pánico porque no sé qué hacer, ¿Me acerco? ¿Me voy? Intento vencerme a mi misma y darme fuerza, pero cada paso que doy es un infierno.

No sé cómo ser su consuelo, pero quiero hacerlo.

—Tú eres otra persona, Christopher —Sueno un poco fría—. Sabrás afrontarlo.

Sigue escondiendo su rostro entre sus brazos.

—Déjame solo.

Trago saliva y suspiro sintiendo cómo me pesa respirar. No quiero irme, por primera vez en mucho tiempo quiero escucharlo con sinceridad... ¿Y me pide que me vaya? Mi mente se une a mi orgullo y me levanto. No, no quiero... pero mis piernas solo siguen su rumbo hasta detenerse en algún lugar de las escaleras. Por Dios, es una locura, pero volteo y veo sus lágrimas caer por su rostro.

No...

Pego mis labios intentando no sentir, negándome a doblegar mi orgullo y la pared alta que he puesto con mis sentimientos.

—Mamá... no —.Se retuerce de rabia y llora por enojo.

—Chris... —Mi voz apenas es audible.

—¡No! —Arruga el papel y lo rompe en pedazos para luego golpear la pared.

Se está haciendo daño y colapso.

Corazón de Hielo ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora