34. Destapando máscaras

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El peor error de un hombre es dejar que otro se desvele con su princesa


Chris

No puedo dormir. Doy vueltas en la cama sin saber por qué, ¿Habrá sido el café? ¿O quizá la comida? Mi cuerpo se tensa cada vez que cierro los ojos como si algo malo estuviese pasando.

Despierto. Me levanto de la cama y camino hacia la cocina por un vaso de agua helada. Lo único que quiero es agua con hielo ahora mismo. Mi boca está seca, mi garganta carraspea y necesito bajar la presión en mi cabeza.

  —Soy yo. — Espeto contra mi celular—  ¿Cómo está mi mujer? ¿Lograste verla? — Pregunto mientras bebo el agua.

— No señor. Cambiaron todo el personal que nos daba los accesos repentinamente.

— ¡Cómo es posible que no hayan podido verla! — Reniego—  Necesito un informe para mañana a las 6am.

Cuelgo jodidamente estresado.

Hilton mandó a decirme que no requería mis servicios por ahora, supongo que es por las sospechas. Pateo fuerte la pata de la mesa enfadado, ¿quién carajos fue el soplón? ¿O qué salió mal? Todo estaba perfectamente calculado ¿Habrá sido el chino? Camino por toda la sala dando vueltas. No he sabido nada de mi bonita en todo el día y ni si quiera me ha llamado.

  — Soy yo, necesito que me averigües los movimientos de mi mujer ¡Los imbéciles que contraté no han podido! — Vuelvo a gritar en el teléfono—  Bien. Gracias Juan.

Cuelgo.

Juan es un excelente espía capacitado.

Pasan los minutos y solo me enervo. No podré dormir sin saber de ella, porque algo en mi interior está presionándome el pecho. Iré a verla. Es lo que debo hacer aunque el malnacido de Hilton se de cuenta. Tomo mi camisa, pongo mis pantalones y voy rumbo al hotel.

Al llegar encuentro todo como si corriera de manera normal, toso al ver a Rita de lejos y me escondo con tranquilidad en otro pasillo. Miro de reojo las cámaras y hago una jugada maestra con mi celular para congelarlas un rato: funciona. Paso siguiente me sumerjo en los pasillos, para pronto llegar a las escaleras de emergencia. Abro una puerta, atravieso otra y me encuentro en él área de empleados. Sonrio saludando, luego subo por otras escaleras y llego al ascensor de servicio. En unos minutos estaré en su recámara.

Cuando veo el aumento de seguridad mis dientes rechinan, tendré que tener más cuidado. Me deslizo de forma invisible por las puertas y entro en su habitación sin que nadie se de cuenta. Las luces están apagadas, como si no hubiera entrado en horas, entonces veo su cama y desde ya su olor se impregna en mis fosas nasales.

Exquisita.

Busco en el baño y no está. Mi cuero cabelludo pica cuando pienso en la posibilidad de Brando. Furioso recorro más puertas para entrar por el mini estudio privado del viejo, sumergiéndose por su baño hasta llegar a su cama.

No hay nadie.

Entro en pánico cuando mi celular vibra, una especie de invasión me ataca y sostengo con miedo mi móvil.

La señora Miller salió con Hilton hacia el aereopuerto. Se desconoce su rumbo.

¡Maldita sea!

Pateo la cama con una furia que ni yo mismo puedo aguantar. Maldita sea, maldito viejo... no voy a dejar que te lleves a mi mujer ¡No lo haré!

Salgo del hotel sin importar que me vean, estoy sumamente enojado. Mi piel se eriza, mis puños se aprietan y pronto tengo una sensación de abandono. ¿Por qué no me habló? Muevo mi cabeza en señal de olvido, no debería pensar en eso ahora. Aprieto mis dientes y manejo rápidamente, hago unas llamadas pero mis contactos no contestan. Es de madrugada y me importa una mierda así que insisto.

Corazón de Hielo ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora