58. No es quien crees

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"El acto más sublime del amor no es el sexo. Es que estés conmigo cuando ni yo sé donde estar." D.S

Chris

México no ha cambiado, sigue siendo el mismo lugar congestionado de siempre.

Giro mi cabeza para mirar hacia el callejón que cierra la calle en una esquina y todo sale como pienso. El anciano se sienta, una mujer pasa rápido y la bocina de un auto empieza destellar un estruendo, haciendo que mi ansiedad salga a flote cuando veo aquella silueta ... Y lo sigo.

El camino es oscuro, pero no temo. Llevo mis armas, algunos documentos y sobretodo mi sed de venganza. Han sido dias terribles, horas de enojo, noches sin dormir... pero prometí que iba a arreglarlo. Necesito deshacerme de Brando, sino no viviré en paz. No podría darle a mi familia.

—Adelante. —Escucho una voz ahogada.

Tres pasos a la derecha, dos al centro. Respiro tenso porque estoy en completa oscuridad, trago saliva e intento mantenerme quieto. Sé que a Dulce no le gustará, pero no tengo opción. No ahora.

—Necesito ver tu rostro. —Digo.

Y así se hace.

Una lámpara cenital se enciende para luego poder observar el rostro del hombre con el que trabajé hace años. Me mira sonriendo, como si fuera una gran hazaña tenerme a su lado. Mi voz se reprime y aprieto la mandíbula, aún no olvido todo lo que hizo, pero es la forma más rápida que tengo para llegar a Hilton ahora.

—Bienvenido, Christopher. —Sonríe.

—Sin rodeos. —Respondo de inmediato, no tengo ánimos de nada.

—¿Ya no hay respeto hacia mi? —Se sirve un trago y con la cabeza me indica que tome uno, pero no hago caso.

—¿Cómo debería llamarte? ¿Jefe? ¿Gerardo?... ¿Santino?

Reacciona con la última palabra que digo y me mira fijamente.

—Jefe está bien. —Su mirada es turbia, no podría leer sus ojos. No ahora.

—Esta no es una visita de cortesía. —Retumba mi dura voz en la sala oscura.

—Entonces hablemos. —Bebe un sorbo de whisky— Quieres a Hilton y yo lo tengo en mis manos. Interesante.

Reprimo la rabia e intento mantener la calma. Se burla ¡Lo está haciendo! Mi cabeza es un manojo de dudas y preguntas, pero sé que debo ir con calma.

—Lo liberaron. —Solo digo, no puedo articular más palabras porque todo esto me parece sin sentido. Mi ansiedad ha ganado ahora.

—Si... —Suena despreocupado— Ya sabes, hay intereses de por medio.

—¿Intereses? —Mi pregunta casi es un reclamo— Viviste años planeando la captura de ese tipo. Me entrenaste para hacerlo. Ahora que lo tienes en tus manos... ¿Lo dejas ir?

Sonríe.

—No cambias, Hijo. —Niega con la cabeza— Deberías ver más allá de tus narices.

Me mira fijamente como si estuviera estudiando todos mis movimientos, sin embargo no le doy el gusto. Me quedo inmóvil, con un tono serio y neutral, pero en el fondo mi mi cuerpo arde en el infierno.

—Al grano. —Mascullo con un nudo en la garganta.

—Conviene más tenerlo fuera. Hay intereses de por medio, ya te lo había dicho. Es mejor que muera de otra manera, no en mi poder.

Corazón de Hielo ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora