55. Nada es como parece

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"Hay algo realmente hermoso en quien ama con miedo a perder"

           

Dulce

El horror se apodera de mi cuerpo haciendo que mi corazón palpite de prisa. Trago saliva sintiendo cómo se me escarapela la piel al ver la sangre rondando cerca de mis pies. Es un pequeño bebé muerto... Palidezco, mi temperatura cambia de caliente a frío calando hasta el más profundo de mis miedos.

¡Lo sabe! ¡Brando lo sabe!

Christopher se interpone en mis ojos y no puedo dejar de pensar en esa imagen. Me empuja a la fuerza y yo solo sigo su ritmo mientras la imagen de ese piecito diminuto desaparece por el marco de la puerta.

—Dulce... —Ahoga un grito, se maldice mil veces y, aunque lo intente, no cambiará lo que acabo de ver. —Por favor, tienes que hablarme. —Palmea mi rostro suavemente, pero sigo mirando al vacío.

Eran piecitos.... piecitos pequeñitos. Ese bebé estaba formado, completamente formado. Tenía una mini columna, piernitas, cabecita... ¡Era un bebé vivo que mataron en el vientre de su madre! Jadeo contenida, sin saber cómo expresar lo que siento. Lágrimas caen por mi rostro y siento que voy a morir ahora.

—Dulce. —Insiste—Por favor, cielo. Responde, dime algo.

—Lo mataron... —Por fin puedo expresar— Era un bebé.

—No, no cielo. Pueden haber conseguido algún feto ilegalmente. —Eleva mi mentón mientras me obliga a verlo— Es lo que hacen las ratas como Hilton. Manipular a las personas con el miedo.

—Sabe que estoy embarazada... —Mi voz es apenas un hilo— ¡Lo sabe!

Y la desesperación llega a mí de forma arrasadora, haciendo que explote en medio del llanto. Mi mente colapsa recordando esas imágenes, intentando encontrar una salida, queriendo escapar para proteger a mi pequeño puntito.

—¡Basta! —Grita y me obliga a mirarlo— No llores más.

—¡Cierra la puta boca! —Grito— Tú no sabes lo que es para mí esto... —Chillo descontroladamente— No sabes todo lo que esperé por este bebé. No sabes cómo sufrí pensando que me habías dejado por ser estéril. No sabes qué se siente....

Me mira impaciente y continúo.

—... Dices que vas a protegernos y ni siquiera pudiste evitar esto, ¿No lo entiendes?

Tensa su mandíbula y siento que todo es aún más negro. Mi cabeza de vueltas, tomo la pared para sostenerme intentando llegar a la calma. Aún no he pasado el tercer mes, todo es complicado ahora y no quiero perderlo. Este pequeño es mi luz, mi fuerza, una llama en la oscuridad del desierto.

—Tiemblas... —Susurra tomándome entre sus brazos. Aun no entiendo cómo lo hace. Tiene la maldita capacidad para aparecer sin que me de cuenta.

—No... —Suspiro, pero es tarde. Estoy sentada encima de sus piernas.

—Todo estará bien. —Susurra en mi oído, metiendo sus brazos en el hueco de mis brazos para luego enrollarme en su cintura— Llora, pero por favor no lo hagas mucho rato... —Su voz suena tensa y obedezco. Mi pecho salta mientras tiro todo mi miedo en medio de las lágrimas, en sus brazos, junto a su piel.

Las preguntas vienen y van rondando insistentemente en mi alma. ¿Qué pasará ahora? ¿Cómo lo lograremos? ¿Debería hablar con Brando? No —Me contesto a mí misma— Sería una estupidez. Mi garganta se seca cuando empiezo a sentir que ya no tengo aliento y pronto mis chillidos bajan haciendo que mi cuerpo se relaje.

Corazón de Hielo ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora