Capítulo Siete

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Changbin ya se encontraba despierto, pero no se movía para no despertar al menor que estaba como koala sobre él ya casi en su cuarto sueño. Era tan adorable e inocente la manera en que dormía que incluso hacía que le dieran ganas de protegerlo de todo lo malo que le rodeaba en el mundo, era sólo un bebé.

Félix se removió sobre el cuerpo del mayor para encontrarse con más comodidad, pero sintió cómo el sol se colaba en la habitación y desagradablemente iluminaba su rostro. Abrió lentamente sus ojos, notando en la posición en que se encontraba así que rápidamente se bajó haciendo una pequeña reverencia en modo de disculpa. El otro sólo rió.

ㅡTe ves bien durmiendoㅡadmitió. El rubio golpeó, despacio, su hombro avergonzado. Changbin no dejaba de pensar en lo adorable que era Félix.ㅡ¿Quieres algo de ropa?

Solamente asintió, así que el pelinegro quitó las mantas de su cuerpo para abrirse paso hacia su armario y sacar algo para Félix. Tenía sus piernas al descubierto, y el menor no pudo evitar no morder su labio inferior ante la escena. Changbin removió entre las ropas algo para el menor, y cuando halló lo indicado se lo entregó.

ㅡGracias, hyungㅡagradeció sonriendo. El pelinegro se acostó nuevamente a su lado, y el menor se estiró también allí. 

Mantuvieron sus miradas conectadas por un largo lapso de tiempo, sólo estaban ellos dos en el mundo por unos instantes. Ninguno daba el primer paso, pues la vergüenza era más grande en ésos momentos. Changbin fue acercando su rostro de a poco con nerviosismo, mientras que el corazón del rubio palpitaba tan rápido ansiando ése beso. Félix ya podía sentir la ajetreada respiración del mayor por sobre sus labios, sería el primer beso para ambos y estaban avergonzados. 

ㅡSólo hazloㅡel rubio dictó, y así fue cómo el mayor posó sus húmedos labios en los ajenos uniéndose en un inocente y torpe beso.

Sus corazones palpitaban con tanta fuerza, sus pieles se rozaban y sus labios se mantenían unidos con necesidad. El beso fue profundizado por Félix, que ansiaba algo más que un toque de labios. Encajaban a la perfección y la timidez ya se había esfumado para ambos, la gran mano del mayor se encontraba en la cintura del rubio para enterrar así sus dedos en ella. Les encantaba el sonido que hacían sus labios al separarse y luego cuando se unían nuevamente para formar un nuevo beso. Sonrieron entre ello, y Changbin dio un corto beso en los labios ajenos para finalizar.

ㅡ¿Mejor?ㅡel pelinegro preguntó, con una sonrisa en sus labios que no se borraría en días. Félix asintió, depositando otro casto beso.

ㅡMejor.

ㅡ¿Tú sólo tomas Latte?ㅡFélix preguntó cuando vio el café espumoso que bebía Changbin por ya segunda vez en lo que iba de la mañana

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ㅡ¿Tú sólo tomas Latte?ㅡFélix preguntó cuando vio el café espumoso que bebía Changbin por ya segunda vez en lo que iba de la mañana.

ㅡAsí es, querido amigo. Mi hermana mayor hizo que de alguna manera lo amaraㅡrió quitando la pajita para tomar más comodamente. Posó la boquilla entre sus labios y comenzó a tomar, para cuando la sacó tenía algo de crema en sus labios por lo que Félix, cuidando que nadie los viera, lamió los labios de éste sin verguenza. Changbin sólo rió.ㅡ¡Me gusta lo osado que puedes llegar a ser!

ㅡSólo cállateㅡpidió entre risas. Dio un probado a su comida que se mantenía sobre la mesa intacta, Changbin por otro lado sólo le había dado un bocado a su pan de pavo y aguacate.ㅡCreo que comenzaré a venir más seguido acá sólo por éste cheesecake.

ㅡY yo te acompañaré.

ㅡTengo más amigos, idiotaㅡrió rodando los ojos, el pelinegro imitó la acción mientras acomodaba los rebeldes cabellos del rubio para colocarlos detrás de su oreja.ㅡ¿A cuánto queda el supermercado de acá? ¿Qué cocinaremos?

 ㅡEstá a no más de diez minutos de acá, podríamos cocinar arroz. ¡Y carne!ㅡexclamó emocionado capturando la atención de más clientes del lugar. Félix tapó su rostro con una servilleta.ㅡ¿Te avergüenzo? Qué mal.

ㅡVamos al supermercado mejorㅡpidió, escuchando la sonora risa de Changbin tras decir ello.

ㅡ¿Existe el arroz de colores?ㅡel pelinegro preguntó deteniéndose junto con el carro de compras que él iba dirigiendo, y Félix volteó algo confundido con su pregunta

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ㅡ¿Existe el arroz de colores?ㅡel pelinegro preguntó deteniéndose junto con el carro de compras que él iba dirigiendo, y Félix volteó algo confundido con su pregunta.

ㅡYo tengo entendido que sólo existen los fideos de colores, aunque tampoco es que sean todo un arcoirisㅡrió mientras veía las especias que habían justo en frente de él.

Caminaron por muchísimos pasillos y colaron uno que otro caramelo o comida chatarra entre la comida, pues ya habían hecho planes para todo el día mientras estaban tomando café. En más de una ocasión, Félix tuvo que decirle al mayor que no toda la comida era de colores y tampoco entendía el porqué de la pregunta si a él no es que le gusten mucho las cosas coloridas, aún así sólo no dejaba de reír.

No tardaron más de treinta minutos allí dentro, así que en cuánto salieron fue el pelinegro el que conduce de vuelta hacia su casa otra vez. El interior del vehículo estaba cálido a excepción del frío viento que surgía fuera, lo que llegaba a congelar todo su cuerpo. 

ㅡAsí que al fin verás mi don en la cocinaㅡChangbin volvió a tocar ese tema, y el rubio sólo tiró su cabeza hacia atrás mientras rodaba sus ojos a la par.ㅡHey.

El pelinegro quitó una mano del volante ya que con una estaba bien, pues manejaba demasiado bien y era precavido, para posarla sobre el muslo del menor y apretarlo. 

ㅡSoy todo un Gordon Ramsay, no me subestimesㅡadvirtió, y una carcajada salió desde la garganta de Félix. Su estómago dolía tanto que resultaba impresionante, no podía creer la fe y confianza que tenía su amigo sobre sí mismo.

ㅡDebes estar bromeando, Changbinㅡdijo mientras quitaba el seguro de su puerta para bajar del auto mientras cargaba algunas bolsas y se acercaba a la entrada de la gran casa.

ㅡ¿Eso es lo que crees?ㅡpreguntó, adentrando la llave en la cerradura para que pudieran ambos entrar a su acogedor y cálido hogar.

ㅡClaro que síㅡdejó las bolsas en una mesa y se sentó en un pequeño espacio que quedaba sobre ésta, con su mirada fija en el moreno.

ㅡYa verás lo genial que soy con éstas manos.

ONE LOVE AND A FUNERALWhere stories live. Discover now