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Luego de varias y catastróficas turbulencias e inconvenientes, aterrizaron en suelos Australianos. Félix daba pequeños saltos de la emoción mientras que Changbin admiraba su felicidad que llenaba su corazón de calidez, pues muy pocas veces había podido ver al menor así.

Fueron por sus maletas y salieron del lugar con paciencia, observando hasta lo más mínimo para recordar el momento con alegría y no con amargura.

ㅡ¡Taxis!ㅡse escuchó a un señor anunciar con un cartel en sus manos, luciendo sofisticado lo cual dio una buena impresión enseguida.

ㅡ¡Por aquí!ㅡChangbin levantó su mano libre mientras que la otra estaba unida a la del menor.

Se dirigieron al vehículo amarillo, entrando con sus maletas y bolsos apenas. Félix apoyó su cabeza en el hombro del contrario mientras que con las yemas de sus dedos acariciaba la mano del mayor.

ㅡGracias por venir conmigoㅡdio un casto beso a sus labios, a lo que el otro sonrió por inercia.

ㅡ¿Cuánto es?ㅡse limitó a responder un gracias pero éso no le molestó a Félix. Le costó al principio pagar puesto que no entendía bien los billetes y sus monedas así que fue ayudado por el rubio mientras reía por su inocencia y nerviosismo.

El camino a casa era precioso, abundaba lo verde en los paisajes y niños corriendo por parques sonriendo hasta no dar más. El cielo estaba reluciente, y el aire era cálido. Las aves cantaban, aparentemente felices como si se tratara de la llegada de ellos. Changbin no pudo evitar sonreír también.

Félix abrió en grande sus ojos, admirando la casa donde se había criado cuando pequeño. Ya nadie la habitaba, simplemente era una casa donde se podían quedar cada vez que llegaran a Australia. Ya no tenía un significado para su familia, pero si para Félix. Ahí se habría criado, creció dentro de esa casa. Jugaba en las escaleras con sus hermanas y en aquél patio él sembrada flores con su padre.

El rubio fue el primero en bajar del taxi para correr a la entrada de su casa y sacar las llaves que todavía se encontraban debajo de su alfombra, Changbin le siguió atrás admirando al menor con una sonrisa traviesa en su rostro.

Entró en un instante, y lloró al ver los cuadros todavía colgados en las paredes blancas y los muebles tal como los recordaba. Tocó todo lo que estuvo a su alcance, aspiró el aroma de todas las cosas.

ㅡBienvenido a mi hogarㅡsoltó una pequeña risita mientras limpiaba una lágrima que seguía corriendo.ㅡEstá todo igual excepto por ésas flores marchitas.

ㅡMe gusta todoㅡsonrió el castaño dejando las maletas a un lado, cerrando la puerta.

ㅡ¿Tienes hambre? Hay un supermercado aquí cerca, puedo ir a comprar y cocinarteㅡhabló rápidamente, casi sin pronunciar bien las palabras debido a su emoción.

ㅡTe acompañoㅡbesó sus labios y tomó su mano.

ㅡTe acompañoㅡbesó sus labios y tomó su mano

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