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Félix empacaba sus cosas con rapidez, Hyunjin había tenido que irse por petición de su mejor amigo que también estaba preocupado con toda la situación. Su madre no sabía nada, mucho menos sus hermanas, pero todas dormían.

Empacó todo lo que pudo, y todo lo que podría requerir en algún momento.

ㅡNo estás seguro allí.

Su corazón palpitaba con velocidad, temía de todo lo que estaba ocurriendo. Daba vueltas por la habitación con ansiedad, chasqueando su lengua y maldiciendo por estar en peligro él y Changbin. No lo merecían. ¿Qué tenía de malo el amor?

ㅡTe protegeré, no llores.

Tenía rabia, rabia contra ésa gente enferma que se hacía llamar la familia Seo. No tenía gran información sobre qué había ocurrido con ellos, pero ya con toda lo que estaba haciendo tenía claro que nada bueno era.

Se sentó en el borde de su cama, pateando levemente una pelota de fútbol que tenía frente a él tirada.

ㅡTodo estará bien.

La pelota chocó contra la pared, lo que hizo que llevara su vista al adorno unos centímetros más arriba. Observó la hora, y saltó.

ㅡEstaré allí lo antes posible, no le abras la puerta a nadie.

Se levantó rápido, se hacía cada vez más tarde y la incertidumbre se apoderaba de su ser. Sentía que se ahogaba, sentía nerviosismo y por alguna razón quería correr. Huir.

Bajó las escaleras con sus maletas, lo más cuidadoso de que ningún ruido causara sospechas y que de paso toda la gente presente en la casa despertara y lo descubriera.

Llegó a la primera planta y lo primero que hizo fue correr a la cocina, directo a las gavetas donde su madre generaba las compras. Sacó todas las golosinas posibles para él y su novio, no quería que obviamente pasaran hambre.

ㅡMierdaㅡmaldijo cuando sintió un vaso resbalar ocasionando un gran ruido, pero agradecía que no se escuchara mucho hacia las otras habitaciones.

ㅡEspera a mi llamada.

El timbre estaba descompuesto, pero escuchó el toque en la puerta. Tres seguidos. Se estremeció por completo, y caminó a pasos lentos a la puerta. No podía ver por el ojo de pez, de sólo pensarlo le daba terror.

Sus manos comenzaron a sudar como nunca antes y tronaba sus dedos sin fin. Sus dientes comenzaban a chirriar de la fuerza que ponía para apretarlos, iba a llorar.

ㅡNo te asustes.

No podía no hacerlo, así que comenzó a pensar en algo razonable. Buscar con qué atacar en caso de peligro. Pero ahora estaba en peligro.

Su papá solía siempre tenerle un spray para protegerle de los hombres malos, pero ése aerosol había desaparecido hace muchísimo. Pensaba agarrar un sartén y pegarle a ésa persona un sartenazo, pero comenzó a pensar que con un golpe él quedaba listo para la guerra de nuevo. Era un tonto.

Optó por un arma blanca corto punzante pero se arrepintió, él no era un homicida y nunca se volvería uno. No podía hacerle daño a la gente por más en peligro que estuviera.

Pensaba en ir a la habitación de su madre para escabullirse y sacar el arma de su padre que mantenía resguardada en su caja fuerte, sabía inclusive la clave pero no quería despertar a su madre y que se metiera en su asunto.

Los golpes fueron más insistentes, atemorizándolo todavía más. Divisó el teléfono de casa burdeo apoyado sobre la mesita de la sala de estar, dispuesto a correr y llamar a la Policía. Decidió que no, éso empeorará todavía más las cosas. No quería más problemas.

ㅡLee Félix, sabemos que estás allíㅡescuchó una voz grave llamar. Sintió escalofríos que recorrieron su espina dorsal, y corrió a la cocina.

Abrió un cajón donde se encontraban los utensilios dentro. Tenedores, cucharas, y cuchillos que ya había descartado. Tiraba de sus cabellos con miedo, Changbin todavía no aparecía y no quería pensar en que había sido capturado.

ㅡTodo está bien.

Sacó una cuchara grande de sopa metálica, y se dio media vuelta para caminar con seguridad hacia la puerta principal. Se arrastró al estilo militar, pero pareciendo gusano en el intento, para no ser visto por medio de los grandes cristales que adornaban las paredes en color crema llenas de cuadros familiares donde Félix yacía con su padre en la mayoría debido a su unión.

Escuchó ruidos fuera, algo como un leve quejido seguido de otros más. El silencio después de éso era infernal, causándole escalofríos continuos. Escuchó otro toc toc, apoyó su oreja en la puerta esperando escuchar algo claro y entendible. Nada.

Sentía que su corazón saldría disparado de su pecho, y, queriendo ser valiente y sujetando con fuerza la cuchara metálica en su mano, abrió la puerta.

La imagen lo impactó, estaba Changbin vestido de negro por completo con hematomas en su rostro completamente visibles. Tenía a dos sujetos a sus costados en el piso tirados, posiblemente inconscientes.

ㅡLamento no llamarte, estaba ocupándome de éstos imbéciles aquí afueraㅡacomodó el gorro color azabache que cubría su oscura cabellera.

ㅡPensé que te teníanㅡse lanzó a sus brazos, y pasó los suyos por la cintura del mayor. La mano del moreno fue llevaba hacia la cabeza de su novio para acariciar.ㅡTe extrañé demasiado.

ㅡY yo a ti, pequeño. Te dije que estarías bienㅡsonrió Changbin, y se separaron un poco. Se miraron por bastante rato, como si fuera primera vez que lo hacían. El mayor comenzó a acercarse de a poco, pero los ojos de Félix se desviaron hacia atrás de su novio.

ㅡ¡Changbin!ㅡgritó, dio vuelta la cabeza y un puño ajeno casi impacta en la cara de éste si no fuera por Félix que actuó más rápido y golpeó la cara del hombre malo, quien cayó al piso debido al fuerte golpe. Su mano dolió.

ㅡNo esperé ésoㅡrió bajito.ㅡVamos.

Changbin tomó la mano del menor, dio un pequeño beso en su frente y lo llevó al auto. Lo protegería.


ONE LOVE AND A FUNERALWhere stories live. Discover now