Capítulo 50

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Aún en lo alto por el rendimiento y la emoción de llegar a casa a la mañana siguiente, Leonie, Mai y Figgy volvieron a la habitación. Ellas encontraron a Harry ya allí. No era parte del elenco, no había podido asistir a la recepción.

-¿Entonces, qué te pareció?- Mai preguntó, saltando sobre su cama.

-Leonie no era increíble, ¿verdad?

La cara de Harry mostraba un rastro de culpa. -Realmente lo siento, a todas ustedes, pero tuve que saltarme la obra.

-¡¿Qué?!- Mai estaba horrorizada y a punto de estar furiosa con su amiga.

Pero Harry sostuvo algo. -Esta fue la razón.

Leonie, que reconoció el objeto al instante, sintió que su boca se abría. -¿Mi carta? Pero, ¿de dónde la sacaste?

-Del dormitorio de esa vil chantajista,- dijo Harry. -Pensé que este era el momento más seguro para tener la oportunidad de recuperarla, con todos los demás mirando la obra.- Se la dio a Leonie. -Sé que esto podría no resolver el problema, pero al menos la has recuperado, y ella ya no tiene ninguna evidencia real.

-¿Dónde lo encontraste?- Mai estaba ardiendo por saber.

-En el forro de su baúl. Parecía tan obvio que en realidad era el último lugar donde busqué. Saqueé sus cajones, el armario, debajo de su colchón, en todas partes. Incluso miré en los cajones de las demás. Sabía que tenía que estar allí en alguna parte, ya que no correría el riesgo de esconderlo en otro lugar, o de tenerlo en el bolsillo si tuviera que cambiarse para la obra,- dijo Harry. -Pero allí estaba, finalmente, en su baúl. Un escondite tan obvio. Estoy sorprendida de que la matrona no revise rutinariamente el fondo de cada baúl cuando hace sus inspecciones. Incluso en los días de escuela de mi madre solían ahuecar un espacio y esconder cigarrillos o incluso una petaca de whisky allí.

Leonie estaba volviendo a leer la carta que sabía de memoria. Era tan precioso para ella.

-No lo leí,- Harry le aseguró -Tuve que desplegarlo y mirarlo, pero no vi mucho más que el nombre.

-Está bien. No es súper explícita ni nada,- le dijo Leonie.

Mai estaba ansiosa por echar un vistazo. -¿Podemos leerla?

Leonie lo aceptó. Las otras la miraron con avidez, con burlescos desvaríos por el contenido.

-Realmente le gustas, ¿no?- Harry dijo.

Figgy estaba pensativa. -Suki se pondrá histérica cuando descubra que se ha ido. Puede ir directamente a la Madre Benedict por despecho.

Harry se encogió de hombros. -Podría, pero probablemente lo habría hecho de todos modos. Al menos así Leonie puede negar más fácilmente y podemos respaldarla. Ella y el padre Gabriel solo necesitan asegurarse de que su historia sea correcta. También Suki no se dará cuenta de inmediato. doblé una hoja de papel en blanco para tomar su lugar. No pensará en revisarla antes de irse, siempre hay tanta prisa al final del trimestre, y su baúl ya estaba lleno.

-Deberías haber escrito algo,- dijo Mai. -Puedo pensar en media docena de cosas que me hubiera gustado escribirle a esa perra.

-Lo consideré,- dijo Harry. -Pero luego pensé podría dar peso a su afirmación de que realmente existía una carta. No sé si incluso se lo mostraría a sus compinches. Sospecho que no, porque ella siempre es muy astuta y presumida, y la mantiene cerca de su pecho.

-La próxima vez, al menos envenena su caja fuerte.

La recuperación de la carta fue un punto culminante para una ya gran noche. Leonie estaba tan nerviosa con todo lo que había sucedido y esperaba que sucediera, que temía que nunca dormiría.

Pero la energía del espectáculo y las semanas de estrés de Suki la habían agotado más de lo que ella había demostrado, y se durmió profundamente tan pronto como su cabeza golpeó la almohada.

Un sueño profundo interrumpido por salvajes y malvados sueños de un sacerdote con penetrantes ojos azules y un cuerpo como los Dioses. Por alguna razón, Leonie se encontró vistiendo ropa de monja hecha de una tela negra y transparente. No podía ocultar su desnudez, y Gabriel parecía severo y le decía que debía ser castigada.

-Acuéstate y quédate quieta,- le ordenó -Solo hay una manera en que puedes expiar tu maldad.

-Pero no he hecho nada malo,- protestaba Leonie.

-¿Entonces por qué me muestras tu desnudez? ¿Por qué deshonras tu orden y tus votos?

Leonie estaba tratando de decirle que ella no era una monja y que no tenía idea de cómo había terminado usando estas túnicas. Podía sentir la frialdad del aire a través de la delgada tela, y trató de cubrirse, pero Gabriel retiró sus brazos. Luego estaba levantando su túnica y Leonie estaba dividida entre quererlo y luchar contra él.

-Está mal, eres un sacerdote,- le decía ella. Justo cuando se estaba acercando a ella, sobre su cuerpo, su rostro descendiendo hacia ella, algo la despertó y ella despertó. Solo para descubrir que había echado las mantas de la cama.

No es de extrañar que hubiera sentido tanto frío en su sueño. Temblando, Leonie volvió a cubrirse, y esperó que el sueño recomenzara una vez que se durmiera nuevamente. Eran solo unas pocas horas antes de que estuviera con él de verdad.

Invocando el pecado - Noël Cades (traducción) BAJO EDICIÓN.Where stories live. Discover now