Capítulo 5: La Nota.

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El mar estaba en calma, el vaivén de las olas era música para mis oídos, como si se tratara de la nana que nos cantaban nuestros padres antes de ir dormir. La luna, aquel astro que se cierne sobre nuestras cabezas, dejaba su hermoso resplandor sobre el océano mientras que las estrellas emitían pequeños destellos sobre ese manto de oscuridad. Todo estaba relativamente tranquilo.

Demasiado diría yo.

Pero por desgracia la perfección no existe y en apenas unos segundos el paisaje se vio destruido por un gran torbellino que giraba y giraba sin detenerse ni percatarse del caos que originaba a su alrededor. Arrastrando consigo todo lo que hallaba a su paso, sin importarle nada en absoluto las consecuencias que sus acciones pudieran conllevar.

Las palmeras se tambalearon peligrosamente, amenazando con derrumbarse en cualquier momento, mientras que los rayos y los relámpagos entraban en acción, destruyendo la casi inimaginable paz que hacía tan solo unos segundos albergaba aquella playa.

Y ahí estaba yo, sentada sobre la fina arena con las piernas cruzadas, viendo cómo todo se iba a la deriva. Observando la forma en la que en milésimas de segundos todo lo que conocíamos, sin excepción alguna, podía desaparecer sin más. Los barcos que con tanta ansia buscaban llegar a la orilla poco a poco se iban volcando, convirtiéndose en los causantes de que espantosos gritos de auxilio inundaran aquel lugar que por un momento permaneció en calma.

Entonces, entre el furioso oleaje, reconocí uno de los rostros que yacían en el océano, intentando en vano luchar contracorriente, ya que estaba segura de que incluso ella misma sabía que llevaba las de perder. Me adentré en la marea calculando las posibilidades que tendría de regresar, obligándome a no pensar en la alternativa de quedarme allí atrapada para siempre.

Cuando por fin llegué a mi destino, una niña de pequeños rizos negros y ojos azules me observó.

Mi mundo se tambaleó.

¿Por qué no la salvaste? susurró agitando las manos en un intento de permanecer a flote—. Yo la quería, era mi hermana, Cecily, la que siempre me contaba un cuento antes de irme a dormir. —Sus ojos empezaron a empañarse.

¿Por qué me cuentas esto a mí? musité sintiendo cómo un nudo se formaba en mi garganta.

Porque tú eres la culpable de todo, si tú nunca te hubieras enamorado de él nada de esto habría ocurrido. Mi hermana seguiría viva y muchas otras personas también. —Cada vez se adentraba más en el océano—. Nosotros estamos pagando la venganza.

Pensé en sus palabras con detenimiento, ¿enamorarme de él?, apenas lo había conocido ¿cómo podría ser eso posible? ¿Realmente estaba hablando de mí?

«Nosotros estamos pagando la venganza».

Venganza.

Esa palabra no dejó de resonar en mi cabeza hasta que una ola arrasó conmigo, llevándome hasta las profundidades del mar donde la vista humana no llegaba a alcanzar.

Esa palabra no dejó de resonar en mi cabeza hasta que una ola arrasó conmigo, llevándome hasta las profundidades del mar donde la vista humana no llegaba a alcanzar

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