Capítulo 26: El Despertar de la Sangre.

799 75 21
                                    

17 de noviembre de 2018.

Un uno y un siete, acompañados del penúltimo mes del año y además seguidos de cuatro números.

¿Qué podría significar?

¿Una simple fecha, verdad?

Para mí no.

Este día para una persona cualquiera podía ser uno más en el año, algunos podrían considerarlo como una fecha especial, otros como el mejor día de su vida, y una pequeña parte en la que yo me incluyo, el peor día del resto de su vida.

¿Conocéis esa sensación en la que no sentís nada? ¿Absolutamente nada?

Ojalá mi corazón fuera de hielo y pudiera lograr no sentir, al menos durante unos minutos.

Conforme el minutero del reloj avanzaba, más hondo parecía caer en el agujero negro que yo misma había cavado exclusivamente para mí, un agujero que venía acompañado de miseria, de soledad y sobre todo de culpabilidad.

¿Por qué ahí era dónde debería estar no? ¿Es ahí donde deberían permanecer las asesinas como yo?

Encerrada entre mis más oscuros pensamientos, siendo mi conciencia mi principal verdugo.

Si pudieras solo por un momento manejar las manecillas del reloj y retroceder en el tiempo ¿qué harías?

Mi respuesta estaba más que clara.

Salvar a Vicky, le habría tendido la mano y la habría ayudado a vivir en lugar de sellar su sentencia de muerte. Siempre podía excusarme diciendo: "todos cometemos errores". El problema era que yo ya había cometido demasiados.

Mis notas en la escuela eran realmente buenas y siempre había tenido una gran capacidad para comprender.

Sin embargo, había una cosa que se me escapaba de las manos.

¿Qué había hecho yo, para merecer tan cruel destino? ¿No podía haber tenido unos padres que me quisieran por encima de todo? ¿No podía haber estado unos cuantos años más sin conocer realmente lo que era la muerte?

No entendía por qué mi vida era tan complicada.

Parecía que la muerte se empeñaba en seguir continuamente a mi lado.

Hacía un frío terrible aludiendo a la estación en la que nos encontrábamos, me había pasado la mayoría del tiempo frotándome los brazos para no morir de hipotermia.

Todos estábamos reunidos al aire libre alrededor de un ataúd. Ya os podéis imaginar quien se encontraba allí dentro.

Cuando la trasladaron al hospital había tenido una mínima esperanza de que sobreviviría, de que los médicos podrían ayudarla de la forma en la que yo no había podido. Pero a medida que pasaban las horas, me fui dando cuenta de que no quedaba nada por hacer.

La habíamos perdido.

Aún así esperamos, Fredy y yo, en la sala de espera hasta que el médico nos dio la noticia esta misma mañana.

Sí, Fredy, aunque no fuera santo de mi devoción formaba parte de la vida de Vicky y tragándome mi orgullo le llamé y le expliqué todo lo que había ocurrido.

Y allí estábamos, sus seres queridos y algunos amigos suyos despidiéndonos de aquella persona a la que había querido como a una hermana.

Odiándome por ello, no había podido evitar derramar lágrimas. No merecía tener ni el más mínimo consuelo e incluso me atrevería a decir que no se me tendría que haber permitido la entrada al funeral. Pero mi parte humana, así era como la había llamado yo, la que se negaba a creer la verdad, había necesitado comprobar que todo era una estúpida broma aunque luego se diera de bruces contra el suelo, que era justo lo que había ocurrido. Y, por otro lado esa parte de mí, oscura y peligrosa que desconocía, no paraba de repetirme que era una asesina y no hacía más que jugarme malas pasadas por las noches. En mis sueños, más bien pesadillas, solo me veía a mí con una sonrisa de superioridad y con un puñal manchado de sangre al lado el cuerpo de Vicky, pero esa yo, no sentía remordimiento alguno, es más ya planeaba atacar a su próxima víctima.

Secretos Escondidosحيث تعيش القصص. اكتشف الآن