Capítulo Final: La Traición.

785 56 30
                                    

—Noah. —Escuché su voz, aquella voz que me susurró en sueños—. Suéltala.

Enfurecí, Cam no tenía ningún derecho a decirme lo que debía o no hacer.

—No eres más que una mocosa —escupió Isabella—. Adelante, mátame, haz lo mismo que hiciste con tu padre.

¿Cómo lo sabía? ¿Qué sabía ella de mi padre?

—¡Cállate! —grité histérica porque conociera mi historia—. ¡Tú no sabes nada! ¡Cállate! —bramé hincando con fuerza la daga sobre su cuello.

—¿No te gusta escuchar la verdad? ¿O es que te da miedo reconocer que mataste a tu propio padre? —recalcó las últimas palabras.

—¡Te he dicho que te calles! —vociferé.

—Eres una asesina, al igual que él y al igual que yo. —Dirigió su mirada hacia Cam—. Dejaste de ser la niña inocente que no había roto un plato aquel 29 de marzo.

—Fue en defensa propia —repliqué temblando por los recuerdos.

—Siempre hay una opción y tú decidiste acabar con su vida. Eres una asesina Noah Styles, aunque te de miedo admitirlo.

«Eres una asesina, eres una asesina, eres una asesina».

Pero se acabó, si algo aprendí aquel 29 de marzo era a no dudar nunca porque mi padre cuando fue a matarme dudó y esa fue su perdición.

Sin embargo, no sería la mía.

—Si lo que soy es una asesina, entonces, supongo que nos veremos en el infierno —aseguré sin pestañear.

Empuñé con decisión la daga dispuesta a clavársela cuando de repente sentí unos brazos sujetándome con fuerza.

—¡Suéltame! —chillé intentando deshacerme de él.

Cam estaba separándome de ella, estaba impidiendo que la matara.

Maldito traidor.

—No permitiré que lo hagas de nuevo —susurró en mi oído.

Él no lo entendía. Si no la mataba, ella algún día acabaría matándome a mí.

Estaba sentenciada a muerte y sabía que Isabella no se detendría hasta verme varios metros bajo tierra.

—¡Qué me sueltes! —bramé peleándome entre sus brazos.

Isabella estaba escapando, estaba huyendo y yo no podía hacer nada para impedirlo.

Y todo porque no había sido capaz de matarla en cuanto coloqué la daga sobre su garganta.

Dudar.

Eso era lo que había hecho, me había preguntado si estaba haciendo lo correcto, si realmente era necesario que Isabella muriera o en cambio era un error y, antes de poder tomar siquiera una decisión Isabella había huido.

Grité llena de frustración, la bibliotecaria había escapado y únicamente podía dirigir mi ira hacia el responsable de aquello.

Cuando al fin logré soltarme de su agarre, le asesté un fuerte empujón que ni siquiera consiguió desestabilizarlo.

—¡¿Por qué lo has hecho?! —chillé histérica—. La tenía, iba a matarla y tú. —Le di otro empujón señalándole con el dedo índice—. Lo fastidiaste todo.

—Porque tú y yo no estamos en el mismo bando y puede que algún día me cobre ese pequeño favor —murmuró mirando por donde se había marchado Isabella.

—Dijiste que no hacías pactos con los nefilim —le reproché de brazos cruzados.

—He dicho muchas cosas a lo largo de mi vida, unas ciertas y otras mentira, pero todas con un único fin.

Secretos EscondidosWhere stories live. Discover now