Capítulo 11: ¿Romántico?

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—Siento no poder decir lo mismo de ti —repuse sentándome al lado de Vicky.

—Mientes fatal —declaró Cam acomodándose a mi lado. Tenía razón, nunca se me habían dado bien las mentiras, siempre que lo hacía una vocecita en mi cabeza me susurraba que aquello no estaba bien.

¿Pero quién decidía qué estaba bien o qué estaba mal?

En realidad Cam iba muy guapo, aunque no quisiera admitirlo. Lucía una camisa negra con todos los botones abotonados a excepción de los dos de arriba que dejaban su cuello al descubierto, dándole un aspecto más desenfrenado. También vestía con unos vaqueros negros y unas zapatillas de la marca Gazelle y por último llevaba una chaqueta de cuero negra que me recordaba a la que llevaban los moteros.

Me apostaba cincuenta euros a que Cam Rivers tenía aparcada una moto en la entrada.

Se apagaron las luces y la sala quedó sumida en la oscuridad, la pantalla se iluminó y para mi sorpresa simplemente pusieron dos anuncios antes de comenzar la película, normalmente se solían pasar como 20 minutos anunciando publicidad.

—Tomad. —Puso una bolsa de palomitas en mis rodillas—. Compártelas, Noah.

Vicky me guiñó un ojo y yo puse los ojos en blanco. Si se creía que le iba a dar a Cam la llevaba clara.

Se moriría de hambre durante dos horas.

«Cuánto lo siento», pensé con ironía.

La película comenzó, trataba, por lo que me había enterado, de una chica rica que se había enamorado de un pobre, sin embargo como ocurría la mayoría de las veces sus padres no lo aceptaban. Estaba basada en esa época en la que estaba mal visto que los ricos se relacionaran con los pobres, a no ser que fuera por temas laborales. Ella se llamaba Valentina, admiraba su carácter pues le daba igual lo que pudieran pensar de ella. Al principio se comportaba como una señorita remilgada y estirada, pero más tarde, acabó enamorándose del joven Mauro, un muchacho que llegó nuevo a la ciudad sin dinero y sin trabajo. Como era de suponer, los padres de Valentina lo ponen a su servicio.

—No sé qué ocurriría si los señores se enteraran de lo que sentimos el uno por el otro. Se desataría el caos —decía Mauro en ese momento—. Pero de lo que sí que estoy seguro es de que te amo y te amaré hasta que expulse mi último aliento. Tú me has dado un motivo por el que merezca la pena vivir, luchar por lo que quiero y te estaré eternamente agradecido. Lo que siento por ti es lo más real que he conocido y solo te pido, que si mi amor por ti es recíproco, no me abandones. Escapémonos, dejemos toda esta vida atrás en la que todo lo mueve el dinero y vivamos nuestro amor, Valentina. Vivamos algo que sí que sea real y no fruto de la codicia y de los hombres.

Los ojos de la muchacha se llenaron de lágrimas, al igual que los míos, siempre tendía a emocionarme con las películas románticas y más ante las declaraciones de amor. Sentía que se me estrujaba el corazón, era tan real que incluso dolía.

Y sí, ya sabía que solamente eran actores representando un papel, interpretando a unos personajes, pero el amor que sentían Mauro y Valentina era real y eso nadie podía negarlo.

Valentina le respondió que sí, que le amaba y que por supuesto se fugarían juntos de aquella ciudad. Se irían al anochecer, cuando ya no quedara ni un alma en las calles.

Daba pequeños saltitos encima de la butaca, me hacían muy feliz los finales felices y más cuando estos trataban de dos jóvenes enamorados.

Miré hacia donde se encontraba Vicky, quería saber si era la única que se ilusionaba tanto. Supe que sí cuando la vi dándose el lote con Fredy haciéndole caso omiso a la película.

Secretos EscondidosWhere stories live. Discover now