Capítulo 28: Celoso.

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Al verle me quedé sin aliento, había pasado tanto tiempo desde la última vez que le había visto, había extrañado tanto esos ojos azabaches que ahora no podía apartar la mirada de ellos.

Junto a él se encontraba Vanesa y frente a ellos estaban Fredy y Vicky, esta última giró su cabeza hacia mí y su cara mostró lo sorprendida que estaba.

No sé si fue porque Christian me estaba cogiendo de la cintura, cosa que no me molestaba en absoluto, o el hecho de volver a verme pero ambas ideas me hacían sentir incómoda.

Por otro lado, notaba como Christian me empujaba suavemente hacia una de las mesas, sin embargo yo seguía parada en el mismo lugar.

—¿Lo conoces? —me susurró al oído refiriéndose a Cam.

Caí en la cuenta de lo tonta que estaba siendo, tenía a mi lado a un chico rubio de ojos azules que se preocupaba por mí y hacía todo lo que podía por verme feliz, y ahí estaba yo embobada, viendo al chico que no había hecho nada para informarme sobre el estado en el que se encontraba mi amiga, que por cierto, ahora parecía mucho mejor comparado con la última vez que intentó alimentarse de mí.

Sacudí la cabeza intentando olvidarme de todo.

Hoy, o lo que quedaba de día iba a comportarme como una persona normal y corriente que iba con su amigo a tomarse una hamburguesa.

—No —le respondí mintiéndole—. Escoge una de las mesas.

En cuanto nos sentamos, caí en la cuenta de mi error.

«Debería haber elegido yo la mesa», pensé con disgusto.

Desde mi asiento podía localizar perfectamente a Cam y ver cada uno de sus movimientos, debido a que básicamente se encontraba dos mesas por delante de nosotros.

Fuimos a pedir y yo como siempre, elegí la hamburguesa cuarto de libra, era mi favorita, desde el día en que la probé supe que no quería probar ninguna más porque en serio, su sabor era delicioso.

Christian escogió una big mac, unas patatas deluxe y una botella de agua. A diferencia de él yo prefería las patatas de toda la vida, las que eran alargadas como yo solía llamarlas y una coca-cola.

Recogimos nuestro pedido y en cuanto llegamos a la mesa, le robé su salsa deluxe y empecé a bañar mis patatas en ella.

Sí, por muy extraño que sonara, no me gustaban las patatas deluxe pero amaba su salsa y por eso me cabreaba tanto que mis patatas no llevaran ese complemento.

—Así que con que esas tenemos... —En un segundo me quitó un puñado de patatas, esas que tenía perfectamente ordenadas antes de que Christian me las tirara todas.

—¡Oye son mías! —exclamé intentando sonar enfada pero acabé riéndome al final.

—¡Esa salsa también lo es! —contraatacó él llevándose una de mis patatas a la boca.

—Vale hagamos un trato, tú te quedas con el puñado de patatas y yo con la salsa, ¿trato hecho? —Le tendí mi mano manchada de kétchup.

—Un placer hacer negocios contigo, pero... —Justo cuando iba a juntar su mano con la mía me arrebató de un tirón mi preciosa salsa—. ¡Hay que ser más rápida, Styles! —se burló mientras que untaba mis patatas en su salsa.

—¡Serás! ¿Cómo has hecho eso? —le pregunté aún boquiabierta por la facilidad con la que me había conseguido despistar.

—Son muchos años de práctica —respondió socarrón guiñándome un ojo.

Sonreí, era lo único que podía hacer cuando lo tenía a mi lado. Era tan fácil estar con él, no tenía que preocuparme de lo que la gente pensara ya que era el chico perfecto o al menos eso decían las chicas que merodeaban por los pasillos del instituto. Además coincidíamos en casi todo y teníamos gustos muy parecidos, una de las cosas en las que nos diferenciábamos era en que él prefería esperarse a que sacaran el estreno de una película basada en un libro en lugar de primero leerse el libro, que era lo que hacía yo.

Secretos EscondidosWhere stories live. Discover now